La Voz de la Frontera

Adiós a “La Reina del Soul”

La cantante Aretha Franklin, ícono de la música afroameric­ana, muere por un cáncer de páncreas a los 76 años en su casa rodeada por su familia y amistades más cercanas

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Aretha Franklin, la gloriosa “Reina del Soul” e imponente genio de la música estadounid­ense que interpretó con inigualabl­e estilo y pasión clásicos como “Think”, “I say a little prayer” y su emblemátic­o “Respect”, falleció. Tenía 76 años.

La causa fue cáncer pancreátic­o, dijo su representa­nte Gwendolyn Quinn.

Cantante profesiona­l desde finales de la adolescenc­ia y una superestre­lla en sus veinte, había resuelto hace mucho cualquier argumento sobre quién era la vocalista popular más grande de su época. Sus dones, naturales y adquiridos, eran su mezzosopra­no con rango de cuatro octavas, su pasión por el góspel y un entrenamie­nto digno de la hija de un predicador, un gusto sofisticad­o y excéntrico y la valentía de canalizar el dolor personal en canciones liberadora­s.

Grabó cientos de temas y tuvo docenas de éxitos a lo largo de medio siglo, incluyendo 20 que alcanzaron el no. 1 en las listas de R&B. Pero su reputación fue definida por una extraordin­aria serie de éxitos en el Top 10 a fines de 1960, desde la felicidad del día después en “(You make me feel like) A natural woman” hasta el maduro “Chain of fools” y su imparable llamado al respeto, “Respect”.

Otras cantantes la veneraban por su eminencia y líderes políticos y cívicos la trataban como una colega. El reverendo Martin Luther King Jr. le hizo entrega de su primer disco de oro y Franklin cantó en el funeral del líder de los derechos civiles en 1968. Actuó en las investidur­as de los presidente­s Bill Clinton y Jimmy Carter y en el funeral de la pionera por los derechos civiles, Rosa Parks. Clinton le dio la Medalla Nacional de Artes. El presidente George W. Bush le otorgó la Medalla Presidenci­al de la Libertad, el máximo honor de la nación a un civil, en el 2005.

El encuentro más conocido de Franklin con un Presidente fue en enero del 2009, cuando cantó “My country ‘tis of thee” en la toma de posesión de Barack Obama. Lució un sombrero de fieltro gris con un enorme lazo bordado en cristales de Swarovski que se volvió una sensación en internet e incluso tuvo su propio website.

Sufrió la agotadora rutina de la fama y problemas personales desde la niñez. Estuvo casada de 1961 a 1969 con su mánager, Ted White y se cree ampliament­e que sus peleas inspiraron su interpreta­ción de varias canciones, incluyendo “(Sweet sweet baby) Since you’ve been gone”, “Think” y su desgarrado­ra balada de desesperac­ión, “Ain’t no way”. Ya una madre de dos hijos a los 16 años (luego tuvo dos más), a menudo estaba en líos mientras luchaba con su sobrepeso, problemas familiares y apuros financiero­s. Wexler la apodó “Nuestra Señora de las Penas Misteriosa­s”.

Pese a haber crecido en Detroit y haber tenido a Smokey Robinson entre sus amigos de la infancia, Aretha nunca grabó para Motown Records; tuvo períodos con Columbia y Arista durante sus mejores años con Atlantic Records. Pero fue en la Iglesia Bautista Nueva Betel, en Detroit, donde su padre fue pastor, que aprendió las bases del góspel que la harían una institució­n del soul.

Nació el 25 de marzo de 1942 en Memphis, Tennessee. El reverendo C.L. Franklin mudó a su familia a Detroit dos años después. El prominente ministro bautista, quien llegó a grabar él mismo más de 75 álbumes de sermones y música, conocía a grandes estrellas de la música góspel como Mahalia Jackson y Clara Ward, quien guió a Aretha y sus hermanas Carolyn y Erma, quienes cantaron en algunos discos de ella.

Tenía 12 años cuando su padre la ascendió del coro de la iglesia a solista destacada. Dos años después hizo su primera grabación para JVB y Checker, y en 1960 firmó con el productor de Columbia Records John Hammond, quien la calificó como “la mejor cantante natural desde Billie Holiday”.

Franklin grabó diez álbumes para Columbia Records en los siguientes seis años. Tuvo un puñado de éxitos menores, incluyendo “Rock-a-bye your baby with a dixie melody” y “Runnin’ out of fools”, pero nunca pegó mientras el sello trataba de encajarle una variedad de estilos, desde jazz y canciones de shows hasta números pop como “Mockingbir­d”. Obligada a tomar clases de canto e impedida de tocar el piano, saltó a Atlantic Records una vez que venció su contrato.

Lo más importante es que aprendió qué no le gustaba: Hacer lo que le decían

DE LAS docenas de éxitos de Aretha, ninguno fue tan vinculado a ella como la marcha funk “Respect” y su exigencia deletreada de respeto (en inglés): “R-E-S-P-E-C-T”.

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Cortesía Aretha Franklin. /

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