El fruto y el monje
Un nuevo producto encabeza la lista de las tendencias en edulcorantes, fruto del monje, a últimas fechas es común escuchar la recomendación del mismo, pero ¿qué es lo que lo hace tan famoso? ¿Por qué recomiendan su uso? Expliquemos.
El azúcar de caña como endulzante tiene siglos dominando el mercado de los alimentos, sobre todo en la pastelería, si hablamos de historia nace en Asia y a través de las rutas de comercio llega a Europa en la edad media y con el descubrimiento de América y conquista de la Tenochtitlan es como se arraiga en el consumo de los mexicanos, dulzura es la que reparte a la vida como ingrdiente en las galletas, bizcochos, pasteles, cremas y postres, pero tiene un lado amargo, su consumo excesivo y desmedido acompañado de malos hábitos alimenticios puede ser cómplice de enfermedades como la diabetes.
El fruto del monje, de figura redonda y pequeña, causa furor entre los que lo conocen, su origen, nuevamente asiático, al molerse y triturarse se consigue un jugo hasta doscientas veces más dulce que el azúcar de caña, sin retrogusto amargo como otros edulcorantes sintéticos. Su nombre original Han guo y años de investigación permitieron que fuera aprobado para consumo humano en julio del 2009. Recuerda es un edulcorante sin calorías, lo pueden consumir diabéticos, personas con sobrepeso y embarazadas, hasta el momento no se le conoce una contraindicación, no es medicamento y no es milagroso.
Es bien sabido que las personas que necesitan un cambio de hábitos tienen que empezar por generar eso… Cambio de hábitos. El hábito hace al monje, sabio mensaje nos da un producto, no satanicemos al azúcar como responsable de nuestros males, al contrario moderemos su consumo y generemos pequeños cambio, por ejemplo, el uso de otros edulcorantes que nos aporten bienestar.
A últimas fechas trabajo en un proyecto muy generoso, una panadería y pastelería con opciones bajas o sin azúcar, libres de gluten y otro tipo de alternativas, me llevan a pensar que como responsables de un servicio debemos ser conscientes de nuestros clientes, nadie quiere enfermar a su comensal ¿verdad?, generemos propuestas saludables que nos permitan cultivar nuevos hábitos y cosechar frutos de vida SALUDABLES.