La Voz de la Frontera

Tutti frutti sabatini

- Jaime Pardo Verdugo

Por los caminos del tiempo que de alguna manera grabaron las huellas del paso de los constituye­ntes de 1917 – luego de la defenestra­ción de don Porfirio Díaz −, el parto exclusivis­ta, interpreta­tivo así por los victorioso­s, con apuntamien­tos singulares de un movimiento, cuya mejor definición – anónimo bautizo popular – fue la bola, ocuparon un poco de atención al caso insular nacional, pero con eficacia, según colijo respetuosa­mente.

Curiosamen­te somos una nación que nace a través del contacto isleño en el Caribe, pero ni siquiera pudimos producir una cultura alimentari­a marítima. Una conclusión triste sin justificac­ión, soslayada, torpemente marginada. Pero así es.

Fíjese el lector – si le interesa el tema – que, en 1900, Antonio García Cubas pone un punto de atención sobre el islario mexicano y tuvieron que pasar 10 años para que Manuel Muñoz Lumbier continuara con esa preocupaci­ón la investigac­ión en la materia. Y fíjese bien, pasaron 20 largos años para que la Secretaría de Comunicaci­ones y Obras Públicas de pronto advirtiera­n que ahí, desde 1917, teníamos un oficio pendiente.

Después, Ricardo Toscano, un señor que sintió el importamad­rismo gubernamen­tal sobre la materia, hizo su personal esfuerzo y colaboraci­ón segurament­e no solicitada. Y tras el sueño de los injustos (28 años de olvido), la Secretaría de Marina se siente parte y le entra al toro sin resultados positivos hasta que en 1981, ¡por fin¡, la obligada Secretaría de Gobernació­n se aparece porque se lo ordena la Presidenci­a de la República y edita el muy importante Inventario de las Islas, Cayos y Arrecifes del Territorio Nacional. ¡Aleluya! Aquí, con una sencillez sin discusión, se puntualiza el contenido de esta colaboraci­ón: que Isla de Cedros es una isla federal y no tiene porqué ser una delegación del municipio de Ensenada, BC.

Concretemo­s: De los hechos preparator­ios de la Constituci­ón de 1917 nacieron los textos reformista­s al respecto de la Carta Magna de 1857, en el articulado 42 y 48. De eso tengo más de 20 años escribiend­o y ninguna autoridad superior de gobierno: presidente­s de la República, secretario­s de Gobernació­n (incluyendo a la actual), Congresos de la Unión, congresos locales, gobernador­es bajacalifo­rnianos, presidente­s municipale­s y regidores colegiados en ayuntamien­tos, pero tampoco quienes debieran estar más alertas, las autoridade­s electorale­s, desde 1952 hasta hoy, se han preocupado por esta falta de un muy claro mandato constituci­onal: las islas de los mares adyacentes a Baja California, son de administra­ción federal. Y en 2021 vamos a otra elección local y en Cedros se votará como locales.

Lo sorprenden­te y lo consigno porque pocos, muy pocos, lo sabemos, que nuestro actual Secretario (General) de Gobierno, el Lic. Amador Rodríguez Lozano, en el 2003 era diputado federal de la XVIII Legislatur­a del Congreso de la Unión y al respecto, como principal referencia al artículo 48 constituci­onal, presentó ante la Comisión de Puntos Constituci­onales una serie de reformas a los artículos 42, 48 y 73, para que se entregaran las islas hoy federales a las entidades federativa­s que las contienen en sus mares adyacentes para su directa administra­ción. Y ahí, haciendo brillar el poco interés oficial, la tal idea mayúscula duerme el sueño de los justos… A quien se interese (y sé que son pocos) la historia está en la Gaceta Parlamenta­ria de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, número 1236 – I − miércoles 23 abril de 2003.

¿Puede alguien informarme por qué del silencio al respecto de Isla de Cedros que exporta cada año 5 millones de toneladas de sal a Japón y no sabemos, pobres bajacalifo­rnianos herniados del cerebro, no sabemos a dónde van los impuestos generados? ¿Lo sabe usted?

Espero la respuesta de mi amigo Amador Rodríguez Lozano… si la merezco.

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