Para transformar, primero hay que replantear
Hay momentos en la vida en los que se debe pasar la página para seguir adelante, pero antes de ello se debe aprender de los errores para tratar de evitar que situaciones como la sufrida por Christian Eriksen vuelvan a suscitarse o para que al menos exista un protocolo que indique a todos los involucrados lo que se debe hacer ante una situación así.
Lo menciono así porque es evidente que se cometió algún error. Es cierto que no se trata de echar culpas, pero sí de señalar lo que se hizo mal e incluso lo que pudo salir peor, porque esa es la única forma en que puede corregirse.
Cuando hablamos de un futbolista profesional solemos referirnos, equivocadamente, a uno de primer nivel, con grandes habilidades y que recibe una remuneración por hacerlo.
Sin embargo, ser un profesional va mucho más allá de lo que se hace dentro de la cancha, pues conlleva ser responsable en todos los aspectos, desde dar un buen ejemplo hasta llevar cierto estilo de vida.
Y en la actualidad, por todos los casos que se han visto en los últimos años, ahora ser futbolista profesional debe implicar contar con la capacitación de primeros auxilios, al igual que el cuerpo arbitral.
Lo sucedido al volante de la Selección de Dinamarca aún no tiene explicación y posiblemente no se tenga nunca porque la mayoría de las veces ocurre sin previo aviso, lo que en el futbol ahora se refiere como muerte súbita.
Eriksen no sólo escapó de la muerte, pues estuvo muerto por unos instantes. El desenlace habría sido trágico de no ser porque el cuerpo de emergencias reaccionó a tiempo y no desistió en su intento por reanimarlo hasta lograrlo, aunque para eso hayan pasado algunos minutos.
Muchos hablan de los médicos que ese día actuaron sobre el terreno de juego, pero pocos han reconocido el papel de Simon Kjaer, quien fue el primero en ayudar a salvarle la vida a Eriksen, al colocarlo en una posición segura para que no se ahogara con la lengua.
De no ser por su pronta intervención, mientras el resto de los jugadores caían en la desesperación, los médicos no habrían tenido el tiempo suficiente para realizarle el masaje cardiaco.
Por muy básicos que hayan sido sus