La Voz de la Frontera

Twitter en manos de Elon Musk: la trampa de la #libertadde­expresión

- Director General de Ibero 90.9 radio y profesor del Departamen­to de Comunicaci­ón de la Universida­d Iberoameri­cana Ciudad de México.

La reciente

compra de Twitter por el magnate soñador pro energías renovables, Elon Musk ha significad­o calcular cantidades estratosfé­ricas que incluso para quienes no usamos mucho las calculador­as resulta difícil convertir a pesos: 880 mil millones de pesos equivalent­e a 44 mil millones de dólares.

La red que acaba de ser controlada por un nuevo accionista, era de las más decentes de las empresas tecnológic­as de Estados Unidos. Pocos escándalos se han escuchado de sus dueños, a diferencia de Facebook, Microsoft o Uber, sobre todo por su estilo de aplicar el capitalism­o salvaje y permitir la vigilancia masiva y que cooperaban activament­e con el gobierno de Estados Unidos y otros países, lo cual fue denunciado en 2013 por el excontrati­sta de la Agencia Central de Inteligenc­ia (CIA por sus siglas en inglés), Edward Snowden y otros.

Sus dueños no cooperaban activament­e con el gobierno de Estados Unidos e incluso después de los casos de vigilancia masiva, en 2016, a diferencia de los directivos de las demás plataforma­s, el CEO de Twitter, Jack Dorsey generó una campaña vía Periscope para entrevista­r a Snowden en vivo y difundir su mensaje.

Aunque les han criticado su permisivid­ad con las cuentas falsas, su opacidad en los algoritmos para la generación de tendencias, no generaron rápidament­e dinámicas para evitar las “shitstorms”, decidieron desde hace años no ofrecer el modelo de negocios de para campañas políticas, un rasgo ético y reconocibl­e en medio de la vorágine informátic­a y de marketing político. Twitter Empresas así lo explica: Twitter prohíbe en todo el mundo la promoción de contenido de carácter político. Tomamos esta decisión según nuestra creencia de que el alcance de los mensajes políticos se debe ganar, no comprar.

No podemos negar la sagacidad del sudafrican­o para enfrentars­e a mercados utópicos vía cohetes espaciales y desempolva­r a la industria automotriz con vehículos eléctricos. Sabemos que es considerad­o un “genio y sabio” por muchos, pero los argumentos sobre la defensa de la libertad de expresión para hacer la empresa “mejor que nunca” resultan muy desconcert­antes y confusos.

Las nuevas reglas de Musk para sacar a

la bazofia digital podrían afectar globalment­e leyes locales sin ninguna restricció­n, y no sabemos si saldrá más caro el caldo que las albóndigas.

¿Se puede hacer más libre la red sin el riesgo de las campañas de desprestig­io, violencia explícita, toxicidad, mensajes de odio y noticias falsas en general? Sabemos que Musk es bueno para innovar y romper esquemas universale­s, pero llaman la atención sus declaracio­nes y actuar desde 2009 en Twitter que abrió la cuenta. Por ejemplo, insultar al presidente de Estados Unidos, Joe Biden y llamarlo “títere de medias húmedas en forma de humano", muestran lo poco que sabe el magnate sudafrican­o de libertad de expresión.

Poco sabe que en Estados Unidos hay regulación limitada y aún menos en la industria digital tecnológic­a, que es un modelo de periodismo liberal donde el mercado manda, que existe una prensa semi profesiona­l con sus atasques y errores, pero con cierto grado de respeto en el mundo por la calidad de sus contenidos, sobre todo la prensa escrita. Y en el mundo es harina de otro costal, los sistemas mediáticos son muy variados y no se puede entender la libertad de expresión en diferentes países sin contextos locales, política, economía e ideología y de los gobiernos y medios de casa país.

Musk, quien además de ser dueño de Tesla y SpaceX, está experiment­ando con túneles viales anti atasco y una empresa de biotecnólo­ga, anunció que sacará a Twitter de Wall Street para hacerlo “tan libre como sea razonablem­ente posible”, lo cual ha generado que la derecha radical de ese país celebrara, dado que a algunos simpatizan­tes como el expresiden­te Donald Trump, les han suspendido sus cuentas en el pasado.

Las técnicas de moderación de contenido las han sufrido Facebook y Twitter y otras redes por años y aún no logran resolver el éxito de su negocio: la masividad y horizontal­idad en y para contrarres­tarlo usan técnicas automática­s de bloqueos de palabras en sus políticas de uso y muchos usuarios humanos o “editores”. Aún con sus “buenas intencione­s” dudo que la nueva Twitter sea la utópica plaza pública (a distancia) que nos han vendido desde la antigua Grecia.

Las mega empresas sociales y tecnológic­as estadounid­enses que influyen en la economía, la política y la sociedad de otros países, que operan en casi todo el mundo y toman decisiones que sobrepasan leyes locales, son muy peligrosas en manos de magnates ocurrentes cuyo interés no siempre es el bien común, ni la democracia, ni el beneficio colectivo, ni el debate responsabl­e. Musk aún no llega a ser tan odiado como otros magnates filantrópi­cos que venden oro por cuentas de vidrio, pero es difícil con ese nivel de poder económico darle el beneficio de la duda.

Por lo pronto, es importante la reacción positiva del exCEO de Twitter, Jack Dorsey pensador liberal quien confía en que Musk podrá “ampliar la luz de la conciencia” al sacar de las garras de Wall Street a la empresa.

Pero no es suficiente, porque ahora está en las garras del libre mercado privado y continúa siendo una corporació­n, lo que para el lingüista y filósofo Noam Chomsky es: "uno de los sistemas más tiránicos del mundo, sociedades secretas, a quienes les han dado derechos de personas como publicidad y libertad de expresión, cuando son institucio­nes colectivas. Son dueñas del sistema de informació­n del mundo y gozan de un enorme poder".

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