La Voz de la Frontera

¡ Adiós, Serrat!

EL CANTAUTOR CATALÁN SE DESPIDE DE MÉXICO, PAÍS CON EL QUE INICIÓ UNA ESTRECHA RELACIÓN EN LA DÉCADA DE LOS SETENTA, CUANDO HUYÓ DE LA PERSECUCIÓ­N FRANQUISTA Y FUE RECIBIDO EN LA CASA DE LA FAMILIA TAIBO

- EDUARDO BAUTISTA

La de Joan Manuel Serrat nunca fue una voz plácida para la dictadura de Francisco Franco. Cantar en catalán y hablar sobre las ejecucione­s en el régimen franquista fueron sus delitos. El 2 de julio de 1973, tuvo que pagar 50 mil pesetas al gobierno español para que la Guardia Civil no se lo llevara preso. Ya no tenía mucho que hacer en su tierra: había sido acusado de “injurias al Estado”. Entonces emprendió la ruta de escape segura: México.

Serrat sabía que aquí encontrarí­a grandes amigos. Y así fue. La primera casa que lo recibió fue la de los Taibo, una familia asturiana encabezada por Paco Ignacio Taibo I, historiado­r, escritor y periodista. Allí, entre calientes fabadas, jamón serrano y vinos tintos, conoció también a los dos hijos de éste: el actual director del Fondo de Cultura Económica (FCE), Paco Ignacio Taibo II, y el escritor Benito Taibo.

En México, Serrat también se encontró con personajes que lo cambiaron para siempre: Luis Buñuel, Max Aub, Luis Alcoriza y Juan Rulfo. Con todos ellos tejió vínculos emocionale­s e intelectua­les que lo formaron como un artista hispanoame­ricano en todo el sentido de la palabra.

“A Joan Manuel no le gusta sentirse el centro de atención, sino ser uno más en la mesa. Yo creo que por eso se sentía a gusto en las comidas multitudin­arias que se organizaba­n en casa de mis padres, porque supongo que, en otros lugares, había reverencia­les silencios para que él pudiera hablar. En mi casa, en cambio, era uno más de la familia. Por lo tanto, tenía que luchar por tomar la palabra tanto como el resto”, recuerda en entrevista Benito Taibo, a propósito de la gira de despedida del cantautor catalán, quien cerrará una carrera artística de casi 60 años.

El autor de Mediterrán­eo y Penélope llamó a su última gira El vicio de cantar

1965-2022. Inició el martes la despedida en México con un show en Puebla, hoy se presenta en Guadalajar­a; el sábado en Monterrey, y el miércoles y jueves de la próxima semana, en la Ciudad de México.

“Estamos ansiosos por verlo y, simultánea­mente, muy tristes de saber que sus amigos y seguidores no volveremos oírlo cantar. Es una agridulce sensación de saber que estaremos en el último de sus conciertos. Sin lugar a dudas, Joan Manuel fue el gran detonador de la educación sentimenta­l de toda una generación”, comenta Taibo, quien recuerda las veces en las que acompañó a Serrat al estadio para ver al Atlante, equipo al que el intérprete le guardó un cariño especial sólo porque comparte los colores con su club de sangre: el FC Barcelona.

"Más de una vez fuimos al estadio con Juan Villoro, con Eduardo Mendoza y con David Huerta”, apunta Taibo.

MEJOR EL MIEDO QUE LA VERGÜENZA

José Luis Cantón Paterna, académico de la Universida­d de Barcelona, destaca la ocasión en la que El Nen del Poble-sec (El niño

de Poble-sec) —como lo apodaron sus amigos— se negó a cantar en castellano La,

la, la, durante el Festival de la Canción de Eurovisión en 1968. “Sin duda Serrat sigue siendo un icono de Cataluña, una bandera cultural para muchas generacion­es del siglo XX. Serrat impuso su voz en pleno franquismo, cuando había un acoso y una persecució­n real en contra de las comunidade­s catalanas, a las que se les prohibía hablar en su idioma”, asegura Cantón.

En 2013, Joan Manuel declaró que “es mejor pasar miedo que pasar vergüenza”. Así lo ha hecho durante 65 años. Por eso no tuvo temor al adherirse al Els Setze Jutges, un colectivo disidente de cantautore­s y pensadores que, desde 1961, se dio a la misión de impulsar la canción catalana a través de un movimiento cultural que después llamarían Nova Cançó.

“Joan Manuel es un hombre muy sensible, sensato e inteligent­e. Y muy catalán, en el mejor de los sentidos, de un pueblo que fue tantas veces perseguido y obligado a no poder usar su idioma. Siempre ha estado del lado de las causas nobles y dignas en Europa y en el mundo. Su gran legado es la recuperaci­ón de la voz y la palabra, la recuperaci­ón de inmensos poetas (como Antonio Machado y Miguel Hernández) y la certeza de que, si hay belleza en el mundo, hay que salir a buscarla”, concluye Benito Taibo.

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