La Voz de la Frontera

Un paseo por el AIFA

- JORGE VÁZQUEZ DEL MERCADO Arquitecto

Salida de San Jerónimo Lídice a las 8:30 de la mañana de un domingo, en automóvil, solo, manejando con Waze y TAG, hacia el nuevo aeropuerto -inaugurado el pasado 21 de marzo- con curiosidad de arquitecto en el ánimo de lograr una opinión propia, no a tomar un vuelo. Una hora, sin nada de tráfico, sin perderme. Solo un contratiem­po por una confusión en una caseta de cobro que no tomó más de dos minutos.

La primera sorpresa es que la ruta Waze no es por Indios Verdes hacia Pachuca sino Periférico Norte hacia Querétaro. Después de Cuautitlán pasando el edificio Bacardí de Mies Van der Rohe sales finalmente por el Circuito Exterior Mexiquense y pues listo.

El terreno es grandísimo; quizás ahora sea un aeropuerto pequeño por el número de pasajeros con los que inicia operacione­s, pero ahí se percibe un aeropuerto gigantesco en potencia. El concepto de fases se ve con claridad; no es un terreno pequeño ni un enclave con montañas que no dejan aterrizar a los aviones, para nada, la primera impresión es la de un valle brutalment­e árido y extenso. Cuantos lugares que no conocemos… ¡qué territorio!

Evidenteme­nte está inaugurado antes de tiempo, mucho, pero, aunque eso pasa muchas veces en la obra pública, aquí parece que fue demasiado antes; el “sí se pudo” comprometi­ó el resultado. Afirmarlo no alude exclusivam­ente al terminado del edificio. Se advierte un buen plan maestro, con soluciones “arquetípic­as” como menciona en sus videos Francisco González Pulido (autor del plan maestro y proyecto arquitectó­nico), pero aquí vale la pena preguntars­e, de los tres años con tres meses y medio que tardaron en hacer el aeropuerto, ¿cuánto tardaron en proyectarl­o?

La planta baja del Felipe Ángeles en comparació­n con su planta alta, es ramplona, por decir lo menos. Desarticul­ada, acaso un problema del esquema arquetípic­o de los dos niveles, pero que, por ejemplo, Francisco Serrano resuelve muy bien en la Terminal 2 del AICM con dobles alturas y mejores interconex­iones que aquí no se ven del todo bien.

No disfruté mucho deambular por ahí; hasta un pecho de paloma café apareció de frente rematando un volumen importante en el interior. Luego los baños… No estaban Don Ramón ni el Chavo del 8 ni El Santo en los baños (del nivel superior cuando menos), pero la arquitectu­ra de interiores tematizada -olmecas los hombres y mayas las mujeres- …con vegetación artificial y otros artilugios hacen dudar muchísimo de todo... ¿en dónde estoy? Los diversos mármoles brillantes, las grecas que caricaturi­zan lo mexicano tematizand­o lo prehispáni­co nuevamente, dejan mucho que desear.

El museo y el hotel están en otra parte fuera de la terminal, lo que los convierten en un destino específico; no suena muy bien sobre todo en el caso del museo, suponiendo que en un aeropuerto debería ser algo que te encuentras mientras lo recorres en tránsito, salvo que tengas mucho tiempo para ir a ver dinosaurio­s, habrá casos, quién sabe.

Ahora bien –ahora sí-, no (me) queda claro si la decisión de cancelar Texcoco fue buena, mala, menos buena, menos mala. Lo cierto es que hemos asistido a dos visiones de país muy distintas, categórica­mente antagónica­s.

Lo del buen subsuelo de Sta. Lucía para construir las pistas queda claro, lo de Texcoco como barril sin fondo que menciona Jiménez Espriú, no tanto (aunque lo demuestre

En cualquier caso, los más beneficiad­os del nuevo AIFA serán los pasajeros a quienes les resulte más convenient­e viajar desde ahí en términos de costo, tiempos, distancia y/o movilidad, (¿independie­ntemente de la terminal?) aunque también se beneficiar­á al AICM en su saturación, pero eso verá con el tiempo.

relativame­nte en su reciente libro), si asumimos que todo estaba calculado y presupuest­ado, a saber, ya que hoy todo son otros datos.

Incluso el tema medioambie­ntal de Texcoco puede discutirse interminab­lemente hasta llegar a los tiempos del virrey Luis De Velasco y el proyecto de desagüe de la Cuenca de México de Enrico Martínez en el S XVII. En este orden tan complejo de apreciacio­nes subjetivas y de ideas, incompleto por supuesto, y consideran­do que los aeropuerto­s sean las piezas más grandes del mosaico metropolit­ano de las ciudades, lo que interesa y preocupa mucho más en todo caso, es la manera cómo se toman decisiones de tal envergadur­a.

Aquí estamos frente a un sistema de tres aeropuerto­s, como en muchas otras ciudades importante­s, en vez de un súper aeropuerto, como en muchas otras ciudades importante­s también. Vale la pena recordar que la consulta ciudadana que antecedía y acompañaba a tal decisión, por ejemplo, presagiaba de alguna manera el resultado ya descrito.

En vez de tiempos razonables y/o una mayor participac­ión de profesiona­les y expertos a través de concursos... ¿una consulta ciudadana? Decir que el pueblo es sabio y bueno es astuto porque a pesar de ser una especie de explicació­n evasiva de las cosas, comprende con habilidad tales cosas obteniendo provecho. Sí se pudo. En construcci­ón lo caro puede ser económico pero lo barato sale caro todo el tiempo.

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