La Voz de la Frontera

Crean escuela de sicarios en zona marginal

Con regalos, bandas del narcotráfi­co reclutan a niños desde los 10 años para la venta de droga y asesinatos

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En Las Cabras, la policía recibió apoyo de militares bajo el estado de excepción

DURÁN. Cuando bajaron a comprar pan se toparon con dos cuerpos maniatados sin cabeza. Luis, estremecid­o, en un reflejo, le tapó los ojos a su nieto. Los sicarios del narco en Ecuador habían dejado un mensaje macabro.

Junto a las escaleras que llevan al Cerro Las Cabras quedaron los cadáveres que esa mañana de marzo sorprendie­ron a los habitantes de esta populosa y empobrecid­a zona de Durán, próxima a Guayaquil.

El narcotráfi­co trepó hasta aquí para montar su “escuela de sicarios”, que desde

Las Cabras es un “supermerca­do de la droga”: familias venden o reciben dinero del narco y el resto calla por miedo

El cerro

temprana edad sirven a las bandas que venden drogas al por menor, señala un exjefe de la policía bajo reserva.

Las pandillas reclutan a niños desde los 10 años para la venta de droga. “Primero venden y después les dan un arma y se convierten en sicarios”, complement­a el coronel de la policía Jorge Hadathy.

En uno de los escondites de Los Lagartos, una de las pandillas de Durán, fuera del Cerro, autoridade­s encontraro­n peluches de cocodrilos. La policía cree que las bandas, para atraer a los niños que luego arman, les reparten juguetes alusivos a la organizaci­ón.

La mayoría de los 230 detenidos en Durán entre enero y abril de 2022 tenía entre 17 y 18 años, según el coronel. “Y tienen cuatro o cinco muertes encima”, añade el comandante del distrito policial.

El Cerro Las Cabras es el punto más violento de Durán donde, en febrero, fueron encontrado­s dos cuerpos tiroteados que pendían de un puente peatonal.

Desde octubre de 2021 han aparecido cinco cadáveres mutilados más los dos decapitado­s, en ajustes de cuentas al estilo cruel de las mafias mexicanas.

Los asesinatos están relacionad­os con las riñas entre bandas del microtráfi­co, que puede mover unos 1.8 millones de dólares al mes solo en Durán, según cifras oficiales.

En las faldas del cerro, unos 30 policías inspeccion­an vehículos en busca de drogas o armas. Barrio adentro, efectivos a caballo requisan a un hombre de gorra.

Los vecinos siguen de reojo los operativos, sin salir de sus casas o entablar conversaci­ón, en la ley del silencio propia de las mafias.

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AFP

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