En el mucho hablar, se puede errar
MIRAR.- Conocemos a personas que hablan mucho y de todo, como si fueran expertas en todos los temas. No saben escuchar a los demás, o menosprecian lo que dicen, como si sólo ellas fueran las únicas conocedoras de la vida, de la historia, de la realidad.
Se hacen pedantes, vanidosas, engreídas, y sus intervenciones llegan a ser molestas; con el tiempo, no se les hace caso y ya no se les toma en cuenta. Mi mamá era de muy pocas palabras, pero muy prudente, discreta, humilde, muy sabia, a pesar de que no había tenido oportunidad de ir a la escuela, pues no había en sus tiempos.
En todos los ámbitos hay personas muy hablantinas. En nuestra Iglesia, no faltamos quienes hablamos demasiado y de todo; nos constituimos en jueces de lo que los demás dicen, como si sólo nosotros tuviéramos toda la verdad.
Tenemos gobernantes que se consideran muy bien informados y emiten juicios de todo, en un tono burlón y ofensivo, sin consultar o sin tomar en cuenta a sus asesores y colaboradores. Todas las mañanas hablan de todos los asuntos con tal autosuficiencia que se hacen repugnantes. No es que tengan mala voluntad, pero no siempre tienen toda la información.
Por ejemplo, en mi pueblo, que sufre diariamente la extorsión de grupos criminales, con frecuencia pasan destacamentos del Ejército, de la Guardia Nacional, de la policía estatal, y parece que todo está en calma y que no hay problemas. Así lo informan a sus superiores, quienes transmiten eso mismo a las más altas autoridades. Y con esa deformación sobre la realidad, los más altos mandos afirman que el país está en calma, que todos están contentos y que vamos bien.
Si escucharan otras voces, y no sólo a quienes están de su lado, serían más humildes para reconocer que hay muchas situaciones deplorables en el país. Por eso, a veces ya ni se quiere escuchar sus declaraciones diarias, aunque todavía hay quienes les creen todo. ¡Cuidado con los extremos! Muchas veces, lo que informan es verdad; pero no siempre tienen toda la razón, sobre todo cuando ofenden a quienes piensan y actúan en forma distinta.