Life and Style (México)

FITZGERALD GIN

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“Primero tomas un trago, luego el trago toma otro trago, luego el trago te toma a ti”, escribió Francis Scott Fitzgerald (Saint Paul, 1896—Hollywood, 1940), líder de la llamada “Generación perdida”, aquella que relató el nacimiento del “sueño americano” en los locos años 20. Una época de fiestas, creación, jazz, humo, literatura y alcohol... mucho alcohol. Tantos destilados como para acabar con la vida de un genio de la talla del autor de El gran Gatsby.

Pero antes de hablar de su trágica y temprana muerte de un ataque al corazón, hablemos de sus musas, de la gasolina de su ya eterna literatura, que no eran otras que su mujer, Zelda, y su debilidad, la ginebra, la cual amaba porque no se podía detectar en el aliento.

La primera fue su compañera de viaje por Europa y, según Hemingway, la culpable de arruinarle la vida. Tuviera o no razón su compañero de generación, lo cierto es que sin su inestable pareja —fue diagnostic­ada esquizofré­nica e internada en un hospital psiquiátri­co, donde murió durante un incendio en 1948—, Fitzgerald no hubiera construido igual el personaje de Daisy Buchanan, aquella por la que Jay Gatsby se obsesiona en acumular dinero y gastarlo de la forma más sonora. Sin ella tampoco hubiera escrito la genial Suave es la noche, cuya protagonis­ta, Nicole, es una copia exacta de la memorable Zelda.

La segunda musa fue su refugio cuando Zelda faltó... pero también le llevó a la muerte mientras trabajaba como guionista en Hollywood. Y de todos los tragos con ginebra, el Gin Rickey, como aquí te lo enseñamos, era su predilecto. Por eso este mes te proponemos brindar con ginebra por la inmortalid­ad del genio.

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