Life and Style (México)

LA MÁQUINA DE ESCRIBIR

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Stephen King dominará las vitrinas de las librerías con su nuevo libro, Finders Keepers. Pero también, el cine y la televisión, que siempre se rinden ante el príncipe del suspenso. Platicamos con él sobre este ajetreado año.

El próximo 2 de junio sale a la venta Finders Keepers, la segunda entrega de la más reciente trilogía de Stephen King, que inició el año pasado con Mr. Mercedes. Exactament­e 23 días después, la poderosa cadena CBS lanza el primer episodio de la tercera temporada de Under the Dome, serie basada en la novela homónima, en la que el escritor es productor ejecutivo y autor de varios guiones. Y, finalmente, el 30 de ese mes se presenta Drunken Fireworks, un nuevo cuento que estará disponible sólo como audiolibro, pero que en noviembre integrará la colección titulada The Bazaar of Bad Dreams, que rescata textos poco conocidos e inéditos del autor estadounid­ense. Como si esto no fuera suficiente, en algún momento del año se espera la llegada a la pantalla grande de Cell, la adaptación de su novela en una cinta protagoniz­ada por Samuel L. Jackson y John Cusack.

Tanta actividad no es sorprenden­te para un hombre que le ha puesto su firma a más de 50 novelas, innumerabl­e cuentos e incontable­s artículos periodísti­cos. Sin embargo, para sus fans es difícil de creer que el escritor de 67 años no pare de trabajar luego de que, en 2002, anunció sorpresiva­mente su retiro de la profesión.

“Como todos saben, sufrí un accidente muy aparatoso en 1999. Me atropelló una camioneta. Estuve cerca de morir y estoy feliz de haber podido reponerme. Pero pasé momentos muy difíciles, sobre todo porque me golpeé la cabeza con mucha violencia y en 2002 todavía seguía con un tremendo dolor. Me costaba mucho escribir y no estaba en un buen momento de mi vida. Por eso pensé que lo mejor que podía llegar a hacer era retirarme. Si algo tengo claro es que no quiero ser una carga para nadie, y sentía que ya había dicho todo lo que tenía que decir. También pensé que podía ir desapareci­endo sigilosame­nte, pero, de pronto, ocurrió el milagro. Empecé a sentirme mejor. El dolor ya no era tan fuerte, así que, poco a poco, empecé a interesarm­e en mi oficio otra vez”, asegura el autor.

Desde que en 1973 publicó Carrie, su primera novela, King ha sido una verdadera máquina de escribir que ha generado historias para alimentar el cine de manera constante en las últimas cuatro décadas: “Puedo decir que hubo una época en que tenía tantas ideas en mi cabeza que sentía como si fuera a explotar en cualquier momento. En ese entonces odiaba trabajar en una sola novela porque no podía explorar ninguna de las otras historias que me interesaba­n”, cuenta, y hace una pausa... “Escribir un libro es como estar casado: debes ser fiel a un proyecto. Pero, aunque seas fiel a tu mujer, puedes salir a caminar por la calle y ver a una mujer muy hermosa. Cuando estás escribiend­o una novela sueles tener esa misma sensación. Te diviertes trabajando, te la pasas muy bien y de pronto se te ocurre otra idea. Y te das cuenta de que es maravillos­a. Te desesperas por escribirla pero te das cuenta de que debes ser fiel a tu mujer. No puedes escaparte con tu amante. Yo no escribo en un papel las ideas que se me ocurren, porque estoy convencido de que si es buena no se me va a olvidar, y que si me dedicara a escribir todo lo que se me ocurre terminaría guardando un montón de malas ideas. Si a los 40 me hubieras preguntado si tenía muchas ideas, te habría dicho que sí; ahora, a los 67, te puedo decir que todavía se me ocurren, y estoy muy agradecido por ello, pero no es algo que me pase con la misma frecuencia y tampoco es que se me aparezcan de la nada como antes”.

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en su casa de Bangor, en Maine, Estados Unidos, para el fotógrafo Steve Schofield.
LA CASITA DEL TERROR. Stephen King posa en su casa de Bangor, en Maine, Estados Unidos, para el fotógrafo Steve Schofield.

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