SE BUSCAN DUENOS
La sueca Koenigsegg fábrica nueve autos al año. Uno puede ser tuyo... si te sobra un millón de dólares.
Nueve meses de gestación. Tres meses de diálogo con el cliente. Anticipo de 30% —unos 400,000 dólares— y una lista de espera, incluso, de hasta cinco años en algunos modelos. Tener un auto Koenigsegg no es un sueño para cualquiera. Más bien, es una realidad de pocos, muy pocos.
Aunque a simple vista podría parecer un coche elitista —ok, sí lo es—, la mayor justificación de sus múltiples reglas y trabas para comprar uno es muy simple: la calidad cuesta mucho dinero, pero mucho dinero. “Nuestro gran compromiso está en el detalle. Recuerdo que cuando era niño vi una película llamada The Pinchcliffe Grand Prix, acerca de un reparador de bicicletas que construye su propio automóvil a pesar de tener todo en contra. Ahí entendí que lo importante es poner atención a cada detalle y ver cómo la mecánica y la tecnología trabajan de la mano”, dice Christian von Koenigsegg, fundador de la marca, que no sólo resalta ese cuidado por cada rincón del auto, sino también el estratégico plan de negocios con el que se acercan a los exclusivos clientes que buscan conducir el auto más exclusivo del mercado escandinavo. “Nuestra mayor preocupación está en buscar lo que nuestro cliente necesita en particular. Una vez que tenemos identificado lo que hace, cómo vive, y qué quiere de un coche, comenzamos a darle vida a un auto que será único, sin réplica en el mundo, el cual tardará casi un año en nacer. Es un proceso que no puede acelerarse y que requiere de toda la atención del equipo”, concluye.