LOSDOSAMIGOS
Vaya que se siente bien regresar a México. Estuve por primera vez aquí a mediados de los 90 y, hoy, me enorgullece ver cómo el país se ha desarrollado en los últimos 20 años. Pasó de ser una nación que sólo luchaba hacia adentro, tratando de superar temas como la crisis del tequila y el levantamiento zapatista en Chiapas, a una económicamente más estable y democrática, que juega un papel cada vez más importante en el mundo.
Dinamarca ha encontrado un gran socio en México. Lo mejor, nuestra relación ha sido pareja: ambos países se han alineado en la agenda multilateral, en temas como el cambio climático, los derechos humanos, las energías renovables y el tratado de armas, por mencionar sólo algunos. Incluso, me atrevería a ir más lejos: desde el inicio de nuestras relaciones diplomáticas, en 1827, la relación entre México y Dinamarca nunca ha estado mejor.
Un claro ejemplo es que, en los últimos años, se han realizado dos visitas presidenciales de México a Dinamarca; por su parte, la reina Margarita II y los príncipes herederos también han venido a territorio azteca. Y no podríamos estar más felices tras el anuncio oficial de Claudia Ruiz Massieu, secretaria de Relaciones Exteriores de México, sobre la visita de Enrique Peña Nieto a Dinamarca en 2016, lo que refleja el peso que le han dado las dos naciones a sus relación bilateral.
Otro indicador importante del trabajo conjunto son las inversiones y los intercambios comerciales. Hoy en día, Dinamarca es el inversionista número 12 de la Unión Europea en México. Para nadie es secreto que, en años recientes, las firmas danesas han encontrado un lugar confiable para invertir y comercializar. Lego, por ejemplo, ha inyectado más dinero a su planta de Monterrey, mientras que Maersk Group ha estado realmente ocupado en la ampliación y modernización del puerto de Lázaro Cárdenas.
En el tema de salud, también hemos visto cómo se ha fortalecido la relación entre la farmacéutica danesa Novo Nordisk y el gobierno mexicano, a nivel estatal y federal, en la lucha contra la diabetes. Para promover aún más esta cooperación, Dinamarca ha financiado un consejero de salud en la embajada de la Ciudad de México para que, en los próximos años, aumente el intercambio de conocimientos en esta área. Un programa igual o más ambicioso ya está en marcha en los sectores de energías renovables y de cambio climático, donde un experto de nuestro país está en contacto directo con la Secretaría de Energía. Por suerte, la inversión y el intercambio comercial no sólo se ha dado en una sola dirección. Varias compañías mexicanas han hecho grandes inversiones y ha crecido mucho el volumen de exportación de productos mexicanos hacia mi país. Puedo confirmarles que en mi país... ¡no hay escasez de cerveza mexicana!
En el ámbito personal, no podría ser feliz en México sin toda la gama de experiencias culinarias que ofrece a sus visitantes. Desde las quesadillas de tinga de pollo que venden en un local cerca de la embajada hasta la exquisita oferta de alta cocina en restaurantes como Pujol. Con un rango gastronómico tan amplio sería imposible que un foodie no estuviera feliz de regresar a este país. Pero la comida no es lo único que ofrece la nación: tiene hermosas playas, innumerables pueblos mágicos y bellezas como las pirámides mesoamericanas, además de una población joven, vibrante y muy cálida.
Sin embargo, no podemos negar que México tiene muchos retos por delante. De la corrupción a la desigualdad social y económica y al establecimiento de un Estado de derecho. Soy optimista que el país tiene todos los ingredientes para continuar este desarrollo positivo que me ha tocado ver desde hace varios años. Estos pasos sólidos que ha dado México, aun con algunos tropiezos, han asegurado su posición como un líder en Latinoamérica, con economía y democracia estables. No cabe duda de que Dinamarca ha encontrado un gran amigo con quien establecer relaciones a largo plazo.