THE CLASSY MAN
HUGH JACKMAN ES UN HOMBRE QUE ESTABLECE PARÁMETROS DE ESTILO.
SU ALIANZA CON MONTBLANC LIDERA LAS MEJORES HISTORIAS DEL AÑO.
En el número 3 de Olaf Street, en el lujoso barrio del West End, en Londres, está todo listo para celebrar otra importante fiesta de Montblanc. Son unos cuantos los privilegiados invitados —que no rebasa el centenar de personas—, entre ellos, hay un asiento reservado para Life and Style en la exclusiva cena que coronará una noche espectacular. La vieja bodega restaurada, con paredes de ladrillos rojos y largos ventanales, lo mismo funciona como sede de eventos VIP que como galería temporal de arte. En el lugar, la firma alemana ha decidido celebrar el lanzamiento mundial de su colección Sfumato, que mezcla los antiguos procesos artesanales del Renacimiento con las nuevas tecnologías aplicadas al arte para crear impecables objetos de piel que se caracterizan por sus imperceptibles transiciones entre los tonos. Para que este gran evento sea un éxito total, Montblanc sólo tiene a una celebridad en mente: Hugh Jackman.
El actor de 47 años es el embajador principal de la firma desde hace tiempo. No es para menos: su imagen es ejemplar tanto en su vida profesional como en la privada. Mejor aún, es alguien que disfruta verse bien y que ha decidido construir su imagen a partir de un estilo propio. No sabemos, a ciencia cierta, quién de los dos se beneficia más del otro: para Montblanc, su imagen es un actor que está en el punto más alto de su carrera, que despegó desde su primera inolvidable actuación como Wolverine, en la primera cinta de X-Men lanzada en el ya lejano año 2000. Para Hugh Jackman, relacionarse con una firma que por más de 100 años ha presumido las más exigentes y exquisitas tradiciones artesanales en la creación de diversos objetos de lujo, como plumas y piezas de piel, y, en años recientes, grandes complicaciones de alta relojería, le ha resultado en cotizar mejor su imagen más allá de los reflectores de Hollywood. Celebremos, pues, una asociación impecable de las que deberían multiplicarse más en la industria del savoir faire. El gran problema es que, en este mundo, ni los Hugh Jackman ni los Montblanc se cuentan por montones.
UN AÑO INOLVIDABLE
Después de dos rondas de champagne, la música se detiene y las luces se dirigen a la entrada: el actor australiano ha llegado puntual a la cita. Una carretada de aplausos lo recibe, en una escena que parece hacer sentir un poco abochornado a Wolverine. No importa que X-Men: Days of Future Past, el más reciente filme de los mutantes superhéroes, fuera la cinta más aclamada de la saga por la crítica ni que tuviera ingresos por 750 millones de dólares en todo el mundo —ocupó el sexto lugar en ganancias en 2014—, Hugh Jackman es un hombre que no se marea con el éxito. Por el contrario, siempre ha tenido los pies en la tierra y esta noche es el mejor ejemplo: saluda de mano a cada uno de los que se encuentra —conocidos o no— en su camino, hasta llegar al saludo con Jérôme Lambert, CEO de Montblanc que, desde que asumió su cargo en 2013 ha transformado la marca. Al igual que dos grandes amigos que tienen tiempo sin verse, los dos se funden en un abrazo fraternal, como preámbulo de la gran noche que les espera a ambos.