LA SOPA DE JOHN
No eran tiempos tranquilos ni fáciles para ser el presidente de Estados Unidos. “Cada hombre, mujer y niño vive bajo una espada nuclear de Damocles. Las armas de guerra deben ser abolidas antes de que seamos abolidos nosotros”, diría un visiblemente preocupado John Fitzgerald Kennedy tras la Crisis de los Misiles de Cuba, en 1962. No era para menos, se trata del único momento en que la humanidad ha llegado a DEFCON 2, el nivel de alerta más próximo a la aniquilación mutua asegurada. En un mundo dividido entre el capitalismo y el comunismo de la Guerra Fría, Kennedy se destacó como un líder carismático pero también como un guerrero impasible a la par que calculador. Y, desgraciadamente, como todo aguerrido luchador, encontró una muerte tan trágica como la suya en la plaza Dealey de Dallas en 1966. Sin embargo, si en algo destacó este político con acento bostoniano fue como orador infalible en sus discursos y en su voluntad reformista de demócrata. Aunque, obviamente, todo jefe de estado necesita relajarse en cierto punto y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, como un buen platillo. Según la respuesta de carta de la época enviada por una niña al presidente, el plato favorito de Kennedy era una crema de pescado (o chowder) proveniente de Nueva Inglaterra hecha con eglefino, un pescado atlántico. Sin duda, un plato capaz de deleitar su paladar presidencial y hacerle olvidar, momentáneamente, el estrés que trae estar sentado tan cerca del botón del apocalipsis.