Life and Style (México)

HIGADITOS DE POLLO

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Uno trae unos binoculare­s y el otro, un rifle. Los dos están recostados boca abajo observando el escenario de un día soleado en un parque escocés. Antes de dispararle al perro de un tipo que toma el sol, los dos imitan el acento de su actor favorito. Acto seguido, el de la derecha le explica al de la izquierda su teoría acerca de cómo todo se nos escapa en esta vida y utiliza El nombre de la rosa como una breve excepción en la carrera cuesta abajo de su gran ídolo: Sean Connery.

Una de las escenas más icónicas de la película Trainspott­ing exhibe el pesimismo de la generación X en la Europa de fin de siglo. Ocio, decadencia y poca esperanza. Incluso “The Greatest Living Scot”, como ha sido apodado Connery en diferentes ocasiones, ya no es motivo de orgullo para Sick Boy, magistralm­ente interpreta­do por Jonny Lee Miller. El tema es debatible: a Connery aún le faltaba un Oscar por su papel de Jim Malone en Los Intocables, además del nombramien­to de Caballero de la Legión de Honor, el título de Sir por la Corona Británica y la distinción del hombre más sexy del siglo.

Entre los secretos de este actor que hoy recordamos se encuentra una receta de higaditos de pollo picados. Aunque él sea católico, es una versión muy judía del paté. Obtiene su sabor por la fuerza de los hígados y el dulzor de la cebolla carameliza­da en schmaltz, nombre judío para la grasa del pollo. Por los lípidos y el colesterol del hígado, se recomienda comer poco, pero comerlo como es, auténtico.

No es un plato para débiles de corazón. Connery seguro que no lo es.

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