Life and Style (México)

NO TODO ES TINTO

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Para los días cálidos de la primavera nada mejor que un vino fresco y afrutado, como un buen rosado de Ribera del Duero.

No son pocos los que piensan que en Ribera del Duero sólo se elaboran vinos tintos, potentes, pero no es así. En esta reconocida región española, ubicada en Castilla y León, también se hacen buenos rosados. La uva principal es la tempranill­o, la mayoría de los vinos de la región están hechos 100% con esta cepa, aunque el reglamento permite que se utilice un 25% de otras, como la albillo. Además, se trata de creaciones, porque en su proceso de producción no se usa el hollejo (la cáscara) para obtener el color rosa fresa que las caracteriz­a.

Los rosados de Ribera del Duero expresan su terroir a través de sus aromas y notas gustativas. Cuando sirves uno de estos vinos en una copa, de inmediato percibes olores a frutas maduras y a bayas silvestres. Al probarlo es aún mejor, tiene toques herbales y frutales, es fresco, ligero y permanece un buen tiempo en el paladar.

Estas caracterís­ticas permiten que uno de sus maridajes perfectos sea con la gastronomí­a oriental; especialme­nte con los platos que se inclinan hacia lo dulce (sin ser postres) y con aquellos especiados o que pican un poco. Y es que potenciali­za los sabores, de ahí que vaya bien con sushis, sashimis y platos más elaborados, como el atún sellado y rebanado acompañado con brunoise de champiñone­s, aderezo de manzana y wasabi; o con un salmón Kasai marinado en miso, envuelto y reposado en algas, cocinado a fuego lento en robatayaki acompañado con arroz al vapor y lechuga chicoria encurtida.

La primavera es un buen pretexto para probar este vino en el restaurant­e El Japonez donde sirven esta clase de delicias con las que puedes acompañarl­o.

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