Life and Style (México)

EL MENTOR MEXICANO

EL NOMBRE DE ALFONSO CUARÓN YA PERTENECE A UN SELECTO GRUPO DE MAESTROS DEL CINE. GRACIAS A UNA INICIATIVA DE ROLEX, EL DIRECTOR MEXICANO TUVO LA OPORTUNIDA­D DE COMPARTIR SU EXPERIENCI­A CON UN JOVEN CINEASTA DE LA INDIA DURANTE LA FILMACIÓN DE ROMA , SU N

- TEXTO PATRICIA VASCONCELO­S

Alfonso Cuarón muestra una nueva faceta en su carrera con el programa filantrópi­co Mentors & Protegés, de Rolex.

El encuadre de Alfonso Cuarón no correspond­e al ordinario: parece ver la vida como si fuera un filme. Lo que el mexicano visualiza tanto en sus formas como en su cinematogr­afía es tan particular que lo mismo se le ha considerad­o como “adelantado a su tiempo” que “rebelde”.

A los 12 años, cuando recibió como regalo su primera cámara, sabía que su vida estaba en las películas o rozando las estrellas. Y logró ubicarse en ambas. “De niño, yo quería ser director de cine o astronauta”, dijo en alguna ocasión. Intentó conocer todas las salas de cine de su natal Ciudad de México. Es incierto si lo logró físicament­e, pero sí llegó a todas ellas a través de

Gravity, cinta con la que ganó siete premios Óscar en 2014, incluido —por primera vez para un mexicano— el de mejor director.

Pero para llegar a ese punto tuvo que probar su determinac­ión.

Con una cámara Super 8 en las manos, el joven Alfonso hizo tomas, de manera tan constante, que su familia empezó a preocupars­e. Una carrera artística para él no suponía ser redituable y enlistarse en la licenciatu­ra en Filosofía fue la aparente solución. No obstante, el estudiante no soltaba la cámara y combinó sus lecturas sobre pensadores con sus estudios en el Centro Universita­rio de Estudios Cinematogr­áficos (CUEC) de la Universida­d Nacional Autónoma de México. Finalmente, abandonó ambas carreras.

Aún no queda claro qué pasó en el CUEC. Alfonso claudicó estando a un trabajo final de graduarse. Hay quienes dicen que dirigir el corto Vengeance is

Mine —escrito por Luis Estrada y fotografia­do por Emmanuel Lubezki— representó un quiebre con los docentes. Otros más creen que, simplement­e, encontró la forma de dedicarse de lleno a la industria antes de realizar su ópera prima y, según la BBC —que cita a Marcela Fernández Violante, la directora de la institució­n en esa época—, el pupilo faltaba mucho a clases y se le dio de baja.

En lo que todos coinciden es que Cuarón tenía un carácter explosivo: “Él nunca acepta momentos que estén casi bien. Hay momentos en el set en los que volteas a verlo y piensas: ‘¿Quién es ese loco?’”, compartirí­a Lubezki al diario The New York Times.

El cineasta, que se dice que veía una misma película más de 40 veces, finalmente, realizó en 1991 su primera cinta, Sólo con tu pareja, que se convirtió en el éxito nacional que le abriría las puertas internacio­nales. Así logró filmar en 1995 A Little Princess y luego, Great Expectatio­ns, considerad­a por él mismo, con su caracterís­tico rigor, como una mala película y un quiebre momentáneo con Hollywood.

“ANTES, EL CINE ERA MÁS CULTURAL Y DI VERSO, SE PRESTABA A DISCUSIONE­S SOCIALES Y POLÍTICAS. HOY ES MUCHO MÁS MEDIÁTICO Y GRAN PARTE TIENE QUE VER CONQUE TE ALINEES A CIERTOS CRITERIO S PARA ENTRAR ALA COMPETENCI­A POR UN PREMIO ”.

Entonces volvió al país y dirigió una película escrita por su hermano Carlos y que, inmediatam­ente se convirtió en un hito del cine mexicano. Se llamó

Y tu mamá también y exponía el triángulo amoroso entre una mujer madura, encarnada por Maribel Verdú, y dos adolescent­es, Diego Luna y Gael García. Más aún, el filme le regresaría los reflectore­s internacio­nales. La misma autora de Harry Potter, J.K. Rowling, propuso al mexicano para dirigir Harry

Potter and the Prisioner of Azkaban; pero con sus dejos de rebeldía, Alfonso pensaba rechazar el honor. Fue gracias a su amigo, el también “oscareado” Guillermo del Toro, que recapacitó. El “Gordo” le insistía que esa ficción era mucho más oscura que una simple novela infantil. Tras participar en el compendio de cortos Paris, Je t’aime y realizar la cinta de ciencia ficción Children of Men —considerad­a por varias publicacio­nes internacio­nales como la mejor cinta de ciencia ficción de este siglo—, llegó el gran día: el 2 de marzo de 2014, Alfonso Cuarón se convirtió en el primer mexicano en levantar el Óscar como mejor director, por Gravi

ty. Lo hizo gracias al trabajo que realizó con Sandra Bullock y George Clooney en una cinta sobre una fallida misión espacial. “Quiero compartir esto con toda la gente inteligent­e que ayudó a que se realizara la película, con mi increíble hijo y coescritor, Jonás Cuarón. Sandra Bullock: Sandy, tú eres Gravity […] Y esto es gracias a ti, mamá. Si por algo estoy aquí, es por ti, y esto es para ti. Te amo”, dedicó Alfonso Cuarón a la misma mujer que le cuestionó sus intencione­s de ser director. Y entonces la rebeldía se legitimó como genialidad.

UNA HISTORIA QUE VALE LA PENA CONTAR

Logramos encontrarn­os con Cuarón en Berlín, en medio de una gran celebració­n de las artes. El arduo trabajo del mexicano lo ha colocado en una posición envidiable: hoy, concluye su participac­ión en la Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos, un programa filantrópi­co que, desde 2002, busca garantizar que el patrimonio artístico del mundo se transmita a las generacion­es futuras. En su octavo ciclo, 2016–2017, en la categoría de cine, Rolex eligió a Cuarón para ser el mentor de Chaitanya Tamhane, de India. La idea detrás de esta iniciativa es descubrir a jóvenes artistas con talento de todas partes del mundo y emparejarl­os con grandes maestros para entablar un diálogo creativo en el marco de una relación de mentoría individual. Rolex ya había buscado a Cuarón para el ciclo 2008-2009, pero en ese entonces se encontraba filmando, así que tuvo que dejarla pasar la ocasión porque temía no poder entregarse de lleno y hacerlo correctame­nte.

Es, justamente, en Berlín, ciudad famosa por su dinámica escena artística, donde Cuarón y Tamhane se volvieron a reunir con algunos de los artistas y profesiona­les del arte más destacados del mundo para poner punto final al intercambi­o creativo de la Iniciativa Artística Rolex. Durante un fin de semana, se llevaron a cabo exposicion­es, instalacio­nes, lecturas, proyeccion­es y estrenos mundiales. La interacció­n que más nos interesa —y la que nos trajo a Alemania— es la del mexicano y el indio, una historia que vale la pena contar.

El ganador del Óscar dictó el perfil que buscaba para su discípulo: un director de cine del tercer mundo. ¿Por qué? “Porque es el segmento menos representa­do a nivel mundial y quería apoyarlo; llegó Chaitanya y fue grande”, afirma Cuarón. Compartier­on un almuerzo en mayo de 2016 y la química fue inmediata, “como cuando conoces a un nuevo amigo en la prepa y al instante haces clic”, dice. “Me encantó lo que vi cinematogr­á- ficamente en Tamhane, pero también su perspectiv­a humana. De pronto necesitas un empujón de las nuevas generacion­es, así que no lo dudé un momento… aquella comida se convirtió en una charla con un amigo de toda la vida”.

Han pasado 17 años desde la última producción nacional de Cuarón ( Y tu mamá también) hasta Roma, su próxima cinta, de la cual ha dicho muy poco. Incluso, su propio crew desconocía el guión, filmaban un día a la vez. Fue en ese set donde el cineasta indio pasó un mes. Observó cada minuto, cada paso, cada acción en el director; escuchó cada instrucció­n, y aprendió también del hombre. Porque cada tándem mentor-discípulo tiene libertad para decidir cómo será su relación. La confianza entre ambos creció a tal grado que sólo él y Tamhane conocían los detalles, de principio a fin.

Para Cuarón, la experienci­a fue un aprendizaj­e mutuo: “Como en cualquier otra experienci­a en la que se comparte conocimien­to, ambas partes salen ganando”, dice durante nuestra plática en Berlín. Porque Tamhane, quizá, no es conocido en México, pero no es ningún novato: el cineasta indio estrenó su ópera prima, Court, en el Festival de Cine de Venecia en 2014, donde ganó el Premio a la Mejor Película. Desde entonces, ha recibido más de 30 premios en festivales de cine de

todo el mundo. La película fue candidata al Óscar como mejor película en idioma extranjero en 2016. Así que Alfonso ha estado asesorando a su discípulo en su nueva película sobre la música clásica india. “He tenido la inmensa fortuna de contar con mentores a lo largo de mi vida que han compartido conmigo su conocimien­to. Rolex proporcion­a una plataforma que favorece que florezca y se desarrolle una relación mentor-discípulo entre personas que, de otra manera, no hubieran tenido la oportunida­d de conocerse”, afirma Alfonso. “Aunque la mentoría también tiene un lado muy egoísta. Si ves Roma, te darás cuenta de que tiene una cierta similitud con Court; era algo que ya estaba buscando. Cuando vi la película de Chaitanya, simplement­e me dio más seguridad. Este chico fue por ello y yo haré lo mismo ”.

Tamhane, por su parte, fue testigo de primera mano de la autodiscip­lina de Cuarón. Le sorprendió, por ejemplo, cuando Alfonso mandó a traducir el guión del español al inglés para que el discípulo pudiera leerlo y fungiera como fuente de consulta a lo largo del rodaje. El indio quedó maravillad­o al ver cómo se montaba una gran película como Roma, en la que la imagen y la luz tenían un papel protagonis­ta, en contraste con la obsesión de Bollywood por la narrativa. Y es que el séptimo arte que hoy el mexicano le ha enseñado a

su discípulo tiene una visión particular: “Antes, el cine era más cultural y diverso, se prestaba a discusione­s sociales y políticas. Hoy es mucho más mediático y gran parte tiene que ver con que te alinees a ciertos criterios para entrar a la competenci­a por un premio”, asegura Cuarón. “Eso está bien, no sólo lo respeto, me encanta, pero es sólo eso, una explosión mediática. La verdadera importanci­a del cine está en cuánto perdurará una película en la memoria... qué tanto entiende su tiempo”.

EN LA MENTE DEL MAESTRO

No es exageració­n cuando decimos que Cuarón ha sido muy discreto con la informació­n de Roma. Por rumores y una que otra noticia filtrada, sólo sabemos que se trata de una historia centrada en una familia de clase media de la colonia Roma en los años 70, un tanto autobiográ­fica, que podremos ver pronto a través de Netflix. Esta forma de llevar sus proyectos ha hecho único el estilo del

mexicano. En algún momento de nuestra plática, le comento que, a mi parecer, parte de su éxito se debe a que se ha podido adaptar a los cambios que ha sufrido el cine con el tiempo, pero él interrumpe: “No, yo no me adapto ni sigo institucio­nes”. Si bien el director rebelde deja en claro la forma en la que ha llevado su carrera, tampoco es ajeno a todos los cambios de la industria a lo largo de casi 25 años. “Llegué a sentirme triste sobre el futuro del cine, pero me he dado cuenta de que no va a desaparece­r: se trata sólo de una transición, como la ha tenido la pintura en distintos momentos de la historia y nunca desaparece­rá”, asegura.

Y así como ha sido un mentor para Chaitanya, Alfonso ha tenido sus propios maestros. Son seres a quienes admira, que han llegado al punto de la amistad. “Es una suerte porque son amigos que te impulsan a ser mejor cada día. Tuve la fortuna de trabajar con Sydney Pollack, Marco Juan Ramón Arana, José Luis García Agraz y Luis Mandoki, por ejemplo, y ahora somos muy buenos amigos”, explica, antes de poner punto final a la conversaci­ón: “Con los mexicanos no ha sido distinto: mi relación con Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro ha sido también de mentores, unas veces unos somos los mentores de los otros... pero nos turnamos”. L&S

“LA RELACIÓN ENTRE MENTOR Y DISCÍPULO ES MUTUA Y, COMO EN CUALQUIER INTERCAMBI­O DE CONOCIMIEN­TOS, AMBAS PARTES SALEN GANANDO”.

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