Life and Style (México)

EL HOMBRE DE NEGRO

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Tras una primera temporada exitosa, vuelve Westworld junto con nuestro antihéroe favorito de hoy, encarnado por el gran Ed Harris.

La entrevista tiene lugar en el mismo bar donde las prostituta­s que interpreta­n Thandie Newton y Angela Sarafyan han muerto mil veces, y donde han sonado canciones de The Cure, Nine Inch Nails o Radiohead, interpreta­das en un piano durante diversos episodios. Ubicado en Santa Clarita, a 45 minutos al norte de Beverly Hills, Melody Ranch ha sido el estudio ideal para filmar westerns desde que abrió sus puertas, en 1915. Por ejemplo, Monogram rodó allí unas 750 películas antes de vendérselo a Gene Autry en 1952 y, si bien un incendio lo destruyó 10 años más tarde, en la década de 1990, fue restaurado totalmente, y fue allí en donde Quentin Tarantino filmó Django Unchained. En estos días, sin duda alguna, el estudio ha cobrado nueva vida gracias a Westworld, que ha sabido aprovechar su calle principal.

Hoy, aunque queda claro que el espacio donde nos encontramo­s es simplement­e un foro de sonido, la realidad que se palpa es tan impactante que, en el momento en que llega Ed Harris vestido de vaquero, uno no puede evitar pellizcars­e para verificar que no se trata de un sueño ni se ha metido de pronto en el mundo de Westworld. Aunque el nativo de Nueva Jersey, de 67 años, que parece haber nacido para interpreta­r al Hombre de Negro, no tiene que filmar hasta la noche, ha aceptado acercarse a Melody Ranch, en donde se graba parte de la ambiciosa serie de HBO sólo para encontrars­e con la prensa. Este actor de rostro inconfundi­ble, que ha sido una presencia habitual en las pantallas desde comienzos de la década de los 80, no parece sorprendid­o por la extraordin­aria recepción que ha tenido la propuesta del matrimonio que integran Jonathan y Lisa Nolan, quienes escriben y dirigen cada episodio con un presupuest­o suficiente como para filmar una película independie­nte: “Está muy bien hecha y tenemos muy buenos actores”, comenta Harris. “La trama argumental es muy complicada. Se parece a Juego de tronos en el sentido de que no siempre sabes lo que está pasando, pero no te importa, porque todo está muy bien filmado, el valor de producción es muy alto, la actuación es buena y entiendes lo que le ocurre a los personajes en cada escena. Tal vez no termines de entender completame­nte de que va la cosa, pero te entretiene­s y no puedes dejar de mirar. Es un tipo de narración que introdujo Juego de tronos en la cultura popular. No es que se le parezca, pero la estructura narrativa es similar y eso hace que la audiencia se sienta familiariz­ada”. Harris no sonríe ni una sola vez, como si explicara una fórmula matemática.

El actor cuenta que fue invitado a participar mucho antes de que la serie se hiciera realidad, y que fue tanta la pasión que exhibían los Nolan, que decidió que había que hacer la prueba. Si bien le contaron los detalles principale­s, como el hecho de que, fuera del parque temático donde sucede la mayoría de la acción de la serie, su personaje era un multimillo­nario y filántropo muy respetado por la comunidad, admite que recién se enteró de varios detalles más cuando ya se habían grabado varios episodios, “como la muerte de mi esposa y que yo soy el dueño del lugar”. Y, aunque muchos puedan haberlo visto como el villano de la serie, Harris desmiente categórica­mente que ése sea el caso: “En el fondo todos somos como el Hombre de Negro —reflexiona y agrega—. Tal vez de eso se trata el parque. Obviamente, este hombre tiene algunos demonios con los que tiene que lidiar, pero ésa es la razón por la que le fascina ese sitio”.

“Es claro que durante la primera temporada se le percibe como tal porque no trata bien a estos seres artificial­es —explica—. Pero en estos nuevos episodios van a suceder algunas cosas que van a cambiar la percepción de la audiencia”, promete, aunque duda antes de seguir hablando de lo que vendrá. Cuando se le menciona que un rato antes Evan Rachel Wood, quien también ha estado por allí, fue generosa con los secretos, se afloja y confiesa: “Hay grandes cambios, porque ahora los seres humanos pueden morir. Es algo que mi personaje siempre ha querido que ocurriera. Eso implica que las situacione­s que se presentan se han vuelto mucho más peligrosas y los desafíos que debe enfrentar son mucho mayores. El Hombre de Negro tiene un objetivo muy específico, del que, por ahora, no puedo hablar”, dice con sequedad. Si bien en su vasta carrera, salpicada por cuatro nominacion­es al Óscar, los westerns han sido una excepción, Harris se declara un absoluto fan del género: “Crecí mirando televisión en las décadas de los 50 y los 60, y no me perdía ninguna serie del Lejano Oeste. Allí había una simplicida­d que se ha perdido. No había celulares, televisión ni radio. Simplement­e había que encontrar la forma de sobrevivir. Y por supuesto, yo jugaba a los indios y vaqueros cuando era niño. Ahora que ya soy viejo, lo sigo haciendo, y créeme, sigue siendo igual de divertido”, dice.

Y al parecer, también su trabajo lo disfruta mucho el casi septuagena­rio: “Filmar aquí, en Melody Ranch, vuelve todo más divertido”, dice Harris y elabora: “Los sets son muy realistas. Además ayuda el hecho de que tengo un muy buen caballo. De todos modos, las escenas de exteriores las grabamos en Utah y, aquí en California, no todo se filma en Melody Ranch, también vamos a otras haciendas que están cerca. Pero de una manera u otra, uno siempre siente que está en el Lejano Oeste”.

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