Life and Style (México)

UN SUENO EN TRES LETRAS

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Manejamos en Barcelona la tercera generación del Mercedes-Benz CLS, un auto que resume el lujo moderno: exclusivid­ad, tecnología y versatilid­ad.

Un espacio de la terminal internacio­nal del aeropuerto de Barcelona es el elegido por la marca alemana para formar la nueva generación de uno de los autos que más nos emociona desde hace 15 años. Nos urge manejarlo, así que, uno tras otro, como soldados de batallón, forman a las dos nuevas joyas de la ingeniería automotriz: el Mercedes-Benz CLS 450 4MATIC y el Mercedes-AMG CLS 53 4MATIC+. Las dos versiones que probamos en la capital de Cataluña y sus alrededore­s ya están disponible­s en el mercado mexicano.

De inmediato, antes de arrancarlo, me doy cuenta que el diseño ha cambiado. No hay cortes bruscos en la carrocería, por el contrario, líneas limpias dominan todo el chasis. Estética y aerodinámi­ca. Aerodinámi­ca y estética. Los conceptos que han distinguid­o a este modelo no se han perdido, sólo se han perfeccion­ado. Todo tiene sentido cuando me explican que éste fue el coche elegido por los directivos para introducir el nuevo lenguaje Mercedes-Benz: diseño nítido. Sus rasgos más llamativos son la forma de la parrilla, en forma de tiburón, con un contorno que se ensancha hacia abajo y en la parte frontal se inclina hacia delante. Los faros anchos le dan un toque muy deportivo que sin perder su elegancia.

En 2003, con el CLS, Mercedes-Benz creó un nuevo segmento de mercado al introducir un vehículo que combinaba la presencia, la clase y el dinamismo de un coupé con la comodidad y funcionali­dad de un sedán. Hoy, esa visión rinde frutos en la tercera generación del CLS con un auto que, podemos afirmar, lo tiene todo.

Al interior, con riesgo de sonar banal, quiero hacer hincapié en la ingeniería sonora de este modelo. No se escucha ningún ruido, aún con el audio apagado. Claro, al momento de encender las bocinas parece que estamos en la sala de conciertos de la Filarmónic­a de Berlín. El panel táctil es otra de las maravillas: en dos pantallas unidas horizontal­mente, el conductor puede manejar todas las funciones para tener la mejor experienci­a de confort y realizar los ajustes necesarios, ofreciendo una respuesta intuitiva e inmediata. No deja de ser un auto de lujo, tampoco un deportivo ni un Mercedes-Benz.

Pero hablemos de los dos modelos que manejamos. Las calles de Barcelona sirvieron para medir el rendimient­o en una situación de tráfico similar al de México, mientras que la ruta hacia la espectacul­ar montaña Montserrat fue clave para probar el desempeño con mayor libertad para pisar el acelerador. El Mercedes-Benz CLS 450 4MATIC cuenta con detalles que, aceptemos, son factores de decisión de compra: faros LED HighPerfor­mance, llantas de aleación de 18 pulgadas con llantas más anchas en la parte trasera, detector de cambio de carril, indicador de velocidad límite, iluminació­n de ambiente —¡ahora las luces incluyen los difusores de ventilació­n que, a su vez, remiten a la turbina de un avión—, servicios de conectivid­ad y un motor de 367 hp. Es un auto al que no le falta nada, sin embargo, al poner un pie en la versión AMG, nada vuelve a ser igual. Para empezar, el caballaje aumenta a 435, pero hay otros detalles que lo colocan a la vanguardia de los deportivos que tanto nos emocionan. Ofrece sobrealime­ntación doble mediante un turbocompr­esor por gases de escape y un compresor adicional eléctrico. Es un monstruo en carretera y un caballero en la ciudad, no en Barcelona o en la Ciudad de México, sino en todo el mundo.

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