PAULINA DÁVILA, LA BELLA ACTRIZ COLOMBIANA A QUIEN ESPERAMOS VER MÁS DESPUÉS DE LA SERIE SOBRE LUIS MIGUEL.
ENTREVISTAMOS APA UL IN AD Á VI LA, LA ACTRIZ COLOMBIA NA DEL MOMENTO, Y DESCUBRIMOS QUE ES MÁS INTERESANTE Y PROFUNDA QUE LOS PERSONAJES QUE INTERPRETA.
Si ves a Paulina directo a los ojos, es muy probable que te devuelva la mirada de manera sostenida, que no la desvíe, que no se avergüence, porque este sentimiento es cada vez más ajeno a ella. “Es muy interesante ese juego de la mirada. La forma en que ves a alguien revela mucho más de ti que a quién estás mirando”, dice Paulina en exclusiva a Life
and Style y, aunque pudiera parecerlo, ella no habla sobre el coqueteo, su reflexión es más profunda, académica.
Es una mañana de mayo y con un café entre las manos, la actriz —quien este año ganó notoriedad al coprotagonizar Luis Miguel, La Se
rie— revela que si bien jamás ha sido introvertida, fue en la universidad cuando hizo un esfuerzo consciente por dejar atrás ese lastre emocional que es la vergüenza, porque la exploró como concepto en su tesis para graduarse en la carrera de Artes Visuales.
En esa época, en Bogotá, en la que la actuación era sólo un proyecto alterno y no imaginaba que debutaría como actriz en México con la película Rezeta (2012), Paulina se retó a sí misma y, de manera directa, también a otros con su desnudez y la mirada.
Como parte de su tesis, que primero tuvo como título tentativo “Ejercicios para perder la vergüenza”, pero finalmente se llamó “Sin vergüenza”, ella empleó performance, videos y escenografías como “herramientas para provocar y vivir la tensión y el juego de miradas o de sorpresas inesperadas que se dan en la ejecución de ciertas acciones”, según escribió en su proyecto final de la Pontificia Universidad Javeriana. Su meta era, parafraseándola, ser un objeto que, pese a ser condicionado por la vergüenza, se expone a un experimento en el que ella (la artista) confronta a quien la observa (el público) y a sí misma (sus límites, su ego).
Uno de esos ejercicios, el más difícil para ella, consistió en entrar a una barbería —un sitio completamente masculino en donde se tiende a objetivar a la mujer— para hacer un performance disruptivo en el que la mirada era un elemento clave.
Y así, un día de febrero de 2011, se desnudó sorpresivamente frente a un barbero y sus clientes, mientras un fotógrafo capturó el momento. “Yo creo que el cuerpo es sagrado, divino, estético, maravilloso de ver. El problema lo tiene quien lo mira, porque quien ve emite un juicio. Yo sólo me puse ahí, a disposición de la mirada ajena”, recuerda la también protagonista de Aquí en la tierra, serie política creada por Gael García. Paulina repitió la fórmula en una librería, una tienda y un taller mecánico. “Fue muy interesante porque descubrí que si alguien me veía con una connotación negativa, estaba hablando de él mismo y no de mí. De cómo esa persona ve la sexualidad y el cuerpo femenino”.
Además de que este ejercicio formó parte de su tesis, le propuso a una reconocida revista colombiana que la retratara en el proceso del performance en los sitios antes mencionados y se publicó el portafolio. “Utilicé a un medio masivo y, claro, también ellos a mí. Pero fui yo quien propuso la idea porque conocía a la editora de foto de esa revista”, explica.
Poco después, Paulina volvió a repetir la mancuerna con esa publicación, pero con un ejercicio en el que se hizo pasar por Shakira. De esa experiencia realizó una crónica en la que describió cómo se sintió al padecer, por un día en Bogotá, la fama de esa cantante con la que siempre la han confundido, al grado de pedirle autógrafos en la calle o de ella misma poder sacar ventaja de su semejanza para tener acceso a un exclusivo bar en Barcelona. “Ojalá pronto hagan la serie de Shakira para que yo aún esté en edad de interpretarla”, bromea la actriz, de 29 años.
Si a Paulina la reconocen en la calle, ahora es por el peso de su propia fama, gracias a su interpretación de Mariana Yazbek ( Luis Miguel, La Serie) y Elisa ( Aquí en la tierra), ambas fotógrafas –pasión que comparte con estos personajes–. “Creo que es una coincidencia… o, de pronto, es un mensaje de la vida para que retome la fotografía”.
El fenómeno que vive por la bioserie de Luis Miguel le parece tan divertido como interesante. Jamás imaginó ser parte de algo así, pues nació en Medellín, pero fue criada en Santa Marta, en el seno de una familia alejada del espectáculo: su madre trabaja en una fundación que apoya a niños de escasos recursos, mientras que su padre se ha dedicado a sus fincas en las que cosecha café, plátano y piña.
Aunque ya había debutado como actriz en Rezeta, Paulina supo que la actuación no sería un pasatiempo tras regresar de un viaje de cinco meses por Asia, que se financió trabajando en una agencia de publicidad. Una vez en Bogotá, consiguió el protagónico de Que viva la música (2015), adaptación de la novela de Andrés Caicedo, un autor de culto entre los jóvenes colombianos.
La trama del filme, que formó parte del Festival de Sundance, es un retrato de la vida María del Carmen, una joven rubia de una personalidad magnética que vive a tope las noches de rumba en el Medellín de los años 70. En la novela de Caicedo, narrada en primera persona por María del Carmen, ella se describe así: “Mi poderosísima energía no frustra a los hombres que no me tienen porque, de tanto mirarme, les llega la conciencia de exactamente por qué no me merecen”. Tras ver a Paulina y conversar con ella, es evidente la razón por la que fue elegida para interpretar a este personaje, papel que le dejó en claro que la actuación era el camino a seguir.