SER EL MALO NO ESTA MAL
Henry Cavill ya se vistió, literalmente, de héroe. Ahora es momento de ser el villano en una de las franquicias de acción más exitosas.
Ojos azules, quijada poderosa, musculatura imponente… Para muchos, tener este físico sería un don; para otros, un lastre. Para Henry Cavill, ni uno ni otro; simplemente, lo deja ser. A sus 35 años, el británico ya ha ocupado espectaculares, marquesinas, portadas de revistas por ser el “Hombre de Acero”, el Superman en las nuevas cintas del universo DC. Su estética lo podría estereotipar artísticamente y, con ello, padecer una especie de estigma actoral.
Henry destacó como Charles Brandon, en la serie The Tudors, y, más aún, ahora que es August Walker, el antagonista de Mission: Impossible – Fallout. Todos sus personajes son disímiles entre sí, pero siempre con esta aura galante. ¿Será entonces que lo habrán encasillado por su apariencia? “No, no lo creo. Me considero bastante afortunado de haber conseguido los personajes que he interpretado, los he disfrutado enormemente. No he luchado por no ser encasillado, porque los personajes que interpreto me han gustado”, señala en entrevista.
¿Pero en verdad tener 1.85 metros de altura esculpidos con jiu-jitsu o tras ser la imagen de la fragancia Dunhill o de los lentes Hugo Boss no representa una ventaja? El mismo histrión lo pone en duda. “Tendrás que preguntarle a los muchos directores de casting que me han rechazado a lo largo de los años. Tal vez sí ha pasado, no lo sé. Quizás han estado buscando a alguien que no luzca como yo; pero, honestamente, no sé la respuesta: no es como que alguien alguna vez me haya llamado para decirme: ‘No, Henry, tu apariencia es muy buena, no te vas a quedar con el personaje’”, dice, en medio de risas.
Más claro tiene, en cambio, su amor por la actuación, que le impide pensar en ambiciones y que sólo lo tienen concentrado en las historias que puede contar, como ya ha hecho en The Cold Light of Day. “Honestamente, sé que es trillado, pero lo único que quiero es contar buenas historias. Estoy buscando personajes y películas que me digan algo en términos personales, con las que conecte, que me emocionen al saber que voy a contar esa historia que a mí me gus- taría vivir de verdad. Y eso me da un rango muy grande: desde algo muy emocional, como un drama, hasta algo de acción”, explica.
Y así es como llegó a personificar al villano que, probablemente, sea el más difícil que haya enfrentado Ethan Hunt, personaje encarnado desde 1996 por Tom Cruise en la franquicia de Misión imposible. Para este rol incluso se desprendió de sus tonificados brazos, de ese semblante entre confundido y analítico que lo distinguió en Man of Steel (20013), Batman vs Superman: Dawn of Justice (2016) y Justice League (2017). “Mi personaje no requirió, digamos, de una exigencia física en términos de estética, como pasó con mi personaje en Superman, para el que tenía verme muy fuerte y marcado. Éste fue demandante en términos físicos porque había muchos stunts, cosas que me exigían físicamente, pero no en términos de sólo tener un 6% de grasa en el cuerpo”.
Pero, lejos de molestarlo, Henry asegura que el cambio supuso un viraje en su carrera, algo nuevo que lo refresca. “En esta película interpreto al antagonista, August Walker. Él es interesante, porque en su filosofía, busca el bien común para el mundo, pero se enfrenta con Ethan Hunt. Fue divertido no ser el protagonista esta vez. En realidad, lo disfruté mucho porque pude encarnar diferentes emociones que son bastante ajenas a las que interpretaba en Superman”.
Recompensado, Henry se sincera: no tiene claro en qué momento decidió ser actor, pero algo tuvo que ver el hecho de meterse en personajes. “Recuerdo que cuando estuve en un internado empecé a hacer obras en la escuela y me di cuenta de que era algo que, en realidad, disfrutaba muchísimo. Ahí comencé a preguntarme si podía hacer una carrera de eso que me gustaba”.
Sobre esa parte de su juventud de la que habla, algunos perfiles —incluido el de la base de datos imdb.com— aseguran que Henry no tenía la figura de ahora e, incluso, era apodado “Fat Cavill”, y que fue gracias a The Count of Montecristo (2002), su primera gran oportunidad, que debió bajar de peso. “Tuve la fortuna de que me eligieran para esa película y sí pienso que he tenido momentos de mucha suerte, pero creo que fue desde muy joven que me di cuenta de que deseaba actuar y me siento muy afortunado de seguirlo haciendo”.
Si algo cambió dentro de él con esa cinta y el acondicionamiento, sólo él lo sabe. Lo cierto es que luego le vino el amor por el jiu-jitsu y el rugby, que incluso llegó a practicar. Es un deportista en forma, aunque confiesa que de futbol —en plena época mundialista— no sabe nada aunque creció en el Reino Unido, un país que vive con pasión el balompié. “No crecí viendo futbol, mi familia era aficionada al rugby, y, honestamente, no he seguido la trayectoria de ningún equipo… De hecho, tampoco tengo mucho tiempo para seguir a mi equipo de rugby. El futbol, para mí, nunca ha sido una parte importante de mi vida, pero sé reconocer la belleza de ese juego, sé que los futbolistas son personas dedicadas y habilidosas”.
Curiosamente, y aunque no lo nota, hay una similitud entre los atletas a los que describe y él mismo, quien también es dedicado y habilidoso, aunque en otro ámbito. “Actúo porque me encanta contar historias. Es muy divertido y, además, este oficio me ha llevado a conocer el mundo y trabajar con grandes artistas”.