MI PLAYA ES TU CASA
Visitamos CasaSandra, en Holbox, en el corazón del mar Caribe, para disfrutar de un paraíso natural con aires de relajación.
El tiempo que dura la travesía del ferry hacia la isla es casi el mismo del atardecer. Parece azar del destino disfrutar de la postal perfecta como antesala de llegada al paraíso. Porque Holbox, todavía el secreto mejor guardado del Caribe mexicano, es justamente eso: lo más cercano al cielo. Sus aguas son azul turquesa, su arena es tan fina que se desvanece entre las manos y su gente es la representación exacta de frescura y tranquilidad. Las playas y calles sin pavimentar se recorren caminando, en bicicleta o en un carrito de golf. No hay más. Ni debería. Porque a Holbox uno llega a respirar otros aires y vivir otra vida.
El centro de la isla está siempre en movimiento gracias a la combinación accidental de changarritos, restaurantes, tiendas de artesanías, boutiques de diseño y muestras de street art. Y a tan sólo unos pasos de esta escena de color y vida está CasaSandra, un lugar que es mitad hotel y mitad tributo al arte y la vida bohemia.
En sus espacios comunes, estilizados con palmeras, cuerpos de agua y detalles artísticos, no falta la música experimental seleccionada para ofrecer un ambiente de absoluta tranquilidad.
Las 18 habitaciones del resort son amplias y cálidas, gracias a los acentos de colores mexicanos y las entradas de luz natural. Y, siendo los espacios en los que se termina el día, se convierten también en el cierre de la experiencia. Al anochecer, cada huésped es sorprendido con un dulce tradicional y una carta con recomendaciones para disfrutar el lugar, firmada con una frase que contagia las ganas de viajar y salir a explorar.