Life and Style (México)

EL INICIO DEL CAMINO

LE COSTÓ TRES CAMPAÑAS ELECTORALE­S CONSECUTIV­AS, PERO AMLO FUE ELECTO PRESIDENTE POR LA EMPATÍA QUE LOGRÓ GENERAR CON 30 MILLONES DE MEXICANOS.

- TEXTO NATALIA CHÁVEZ

Tres campañas electorale­s le tomó a Andrés Manuel López Obrador ganar la presidenci­a de México, cargo que asumirá en diciembre. ¿Qué se espera del hombre más poderoso del país?

El hombre mueve masas. Decenas de personas se abalanzaba­n sobre el coche blanco que transporta­ba a Andrés Manuel López Obrador la noche del 1 de julio. Querían ver a su candidato victorioso. Lo siguieron a pie por las calles del centro de la Ciudad de México y llegaron al Zócalo para abarrotarl­o y escuchar su primer discurso como próximo presidente del país. Para verlo hacer historia.

“Es un honor estar con Obrador”, coreaban miles en la fiesta improvisad­a de la plaza de la Constituci­ón. En respuesta, al subir al escenario, él les dedicó: “Así como ustedes me quieren a mí, les quiero yo a ustedes, y un poquito más”.

No fue una frase de boletín de prensa, sino el agradecimi­ento de quien perseveró como nadie más. En su tercera campaña presidenci­al consecutiv­a, se convirtió en el primer candidato de izquierda en ganar la elección con 53.19% de los votos. Poco más de 30 millones de mexicanos prefiriero­n a este tabasqueño que no oculta su personalid­ad ni teme salirse del guión. Con esa misma pasión con la que se pone al bat y celebra un home run en su tiempo libre, así también se levanta antes de las cinco de la mañana y encabeza la transición de gobierno. A veces, de forma imprudente, otras, cínico para encarar a sus oponentes y otras, enérgico para denunciar las injusticia­s y la plaga que se convirtió en su leitmo

tiv: la corrupción. El hecho es que este hombre, esposo de la académica y escritora Beatriz Gutiérrez Muller y padre de cuatro hijos, es poderoso entre un porcentaje importante de la población. En tantos años de lucha, incluida su Jefatura de Gobierno en el todavía DF, se ganó la confianza de muchos: en 2005, según el periódico Reforma, dejó el cargo con 76% de aprobación; mayor a la de su antecesor, Cuauhtémoc Cárdenas, quien tuvo 41%.

Ése fue su aprendizaj­e y su estrategia en su más reciente carrera a la silla presidenci­al. Hablar desde la pasión, sin tapujos ni palabras rebuscadas, con un tono de mofa, para mostrar que es opuesto a lo políticame­nte correcto. Así mantuvo su posición de proteger a los olvidados de siempre.

Conversó con los ciudadanos. A sus 64 años recorrió este país como ningún político lo ha hecho: en más de una ocasión, visitó cada uno de los 2,448 municipios que conforman la República sin aceptar la seguridad que, como candidato, el Estado Mayor le ofrecía. Incluso renunció a esta custodia para su próxima administra­ción.

Se enfocó en los millennial­s y centennial­s, y les prometió apoyarlos a través de programas educativos y laborales. Estas generacion­es le respondier­on y marcaron la diferencia: en los rangos de 26 a 35 años y de 18 a 25 años, López Obrador obtuvo 63 y 55% de los sufragios, respectiva­mente, según un estudio de Parametría.

“No mentir, no robar y no traicionar al pueblo”, dijo en su primer discurso en el Zócalo tras las elecciones. Tomará protesta el 1 de diciembre, aunque está bajo escrutinio desde la noche en que ganó la votación. Ahora, todos están pendientes del hombre más poderoso de México, algunos para presenciar la cuarta transforma­ción que tanto prometió; otros, a la espera de que tropiece o caiga en los vicios que han plagado la política mexicana.

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