CARTA DEL EDITOR
Freddie Mercury fue un disruptor de los que importan, ahora que ese término se ha desgastado porque se aplica a cualquier persona con alguna idea escasamente innovadora o diferente. No fue el caso del
frontman de Queen, que puso bajo asedio la fortaleza del rock desde todos los flancos posibles. Su talento desbordado, una voz prodigiosa y un magnetismo irrepetible, le sirvieron para borrar los límites del género con canciones como ‘Bohemian Rhapsody’. Su teatralidad hizo historia en una época de grandes histriones musicales (Mick Jagger, David Bowie, Peter Gabriel...), al grado de que llegó a presentarse con el Royal Ballet de Londres. Y, por supuesto, con gran valentía se convirtió en un símbolo de apertura en muchos sentidos.
“Lo que más le reconozco es que, cuando estaba en el escenario, compartía ese coraje interior con una audiencia que repetía letras que él y su banda habían hecho canciones. La gente iba a los conciertos y cantaba sin cuestionar quién estaba a su lado entonando la misma canción, nadie cuestionaba la raza ni su sexualidad o sus creencias”, dice Rami Malek en la entrevista que publicamos este mes por el estreno de Bohemian Rhapsody, la biopic en la que el actor de Mr. Robot encarna con maestría al cantante de Queen.
Mercury fue también un ícono de estilo, sin reparos ni remilgos, como sólo los verdaderos íconos pueden serlo. De cierta manera, él inspira la muy completa Guía de Estilo que hemos preparado en esta edición, en la que se nota una sana rebelión en las filas del lujo. El resultado es una moda masculina “menos ostentosa, más inteligente y con menos prejuicios”, como dice nuestra experta Olivia Meza.
Además, presentamos un amplio especial sobre la Fórmula 1, con motivo del próximo Gran Premio de México. Me gusta, y mucho, el texto en homenaje al gran 1968 que vivió el piloto mexicano Pedro Rodríguez. Espero que a ustedes también los emocione y enorgullezca.