EL CAPO DE LA LENTE DEL AUTOMOVILISMO
TRAS MÁS DE 50 AÑOS DE CARRERA, EL ALEMÁN RAINER SCHLEGELMILCH ES EL GRAN REFERENTE DE LA FOTOGRAFÍA EN LA FÓRMULA 1. AHORA LE TOCA SER EL CENTRO DE ATENCIÓN.
Rainer Schlegelmilch, cuyo trabajo en el mundo motor rebasa las cinco décadas, nos comparte algunas de sus imágenes más preciadas y nos cuenta, de viva voz, por qué son tan importantes para él.
La sentencia es contundente: “No soy ni fui amigo de los pilotos. Los fotógrafos no estamos para eso. Es verdad que he seguido a personas en particular por más de mil carreras, pero eso no me hace su amigo. Ése es el punto de partida. Saber que los retratas, te acercas a su carácter y personalidad, pero ahí está el límite”.
Rainer Schlegelmilch lo tiene claro. Después de cinco décadas de hacer clic sobre automóviles, pistas, pilotos y espectadores, por fin lo tiene claro. Para él, la función del fotógrafo de automovilismo está en capturar lo que parece estar a punto de escaparse. En congelar el tiempo cuando el otro compite contra él. En ponerle pausa a la tragedia y mostrarle al mundo el riesgo de un volante y un acelerador. Lo tiene claro.
Enamorado de la lente y el clic desde que tenía 14 años, cuando obtuvo su primera cámara (hoy es un amante de Canon), el alemán comenzó su carrera al estudiar en la Art School of Photography de Múnich. La casualidad fue su gran aliada, ya que, un día en el que tenía que hacer prácticas para una de sus materias, tomó su VW Beetle y acabó en el autódromo de Nürburgring (Alemania) y en el circuito de Spa-Francorchamps (Bélgica). Con las imágenes que tomó en esos lugares no sólo obtuvo una calificación perfecta, sino que se encontró con el deporte que transformaría su visión del oficio de fotógrafo.
“Después de toparme de frente con el automovilismo, decidí crear una agencia dedicada a la fotografía de producto. Sin embargo, los recuerdos de las carreras no me dejaban en paz. Así que tomé mi coche y me fui a Mónaco, donde aposté todo. Ante mi lente tenía a Enzo Ferrari y quería poder contar cosas sobre él con imágenes. Entonces entendí que la pasión por la velocidad, por congelarla y definirla, marcaría mi camino”, comenta Schlegelmilch, mientras revisa el infinito archivo de fotos de su trayectoria.
Organizado por Motorsport Archive, se trata de una biblioteca que compila su trabajo desde 1962. Son cerca de 600,000 negativos a color y blanco y negro, que resumen no sólo su labor, sino la historia general y personal de la Fórmula 1.
“A mis 76 años, estoy muy tranquilo de que todas mis imágenes estén en un solo lugar y queden como legado de todo lo que logré en un deporte espectacular. Hasta hoy, cuando me siento a verlas, siento un cariño especial por varias. Amo lo que hice con Ayrton Senna, quien fue el mejor piloto que he visto. Pero, sin dudarlo, la fotografía que más me gusta es el que le hice a Stefan Johansson en Mónaco, en 1985. Esa foto puede resumir lo que logré como fotógrafo de autos”, asegura Rainer. También, sin dudarlo, menciona Montecarlo como su pista favorita. “Sus colores y su arquitectura te dan un marco que sólo puedes conseguir ahí”.
Fanático de la pasión con la que los mexicanos se acercan al automovilismo, Rainer conoció a la “aristocracia” mexicana de la Fórmula 1. Fotografió muchas veces a los hermanos Pedro y Ricardo Rodríguez, pero fue con el respetado ingeniero Jo Ramírez con quien construyó una amistad que le hace volver al país, como un aficionado más. “México tiene una manera particular de vivir la Fórmula 1. Mucha pasión y entusiasmo. Mucha entrega. Viví carreras inolvidables en ese autódromo”, recuerda Rainer, quien hace una pausa para tratar de responder cuáles son las experiencias memorables de su carrera.
Tras respirar y permitir que las emociones aparezcan sin control, trae a la mesa un tema que sirve de contrapeso a más de cinco décadas de alegría: la tragedia. “Es extraño, pero a cualquier fotógrafo que le preguntes sobre su momento memorable, su respuesta tendrá que ver con una tragedia. Lo memorable termina ligado a lo negativo. Al final, son momentos que te marcan y en los que intentas que no se te olvide que tienes una cámara y ése es tu trabajo. Cuando murió Senna (1994), aun sin haberlo tratado mucho, fue un dolor personal muy grande, y ése es uno de los recuerdos que más me persiguen. Me gustaría que mi memoria no privilegiara la tragedia, pero en la Fórmula 1, es un piloto más”, explica Schlegelmilch, quién también sabe que, pese a ser un gran conductor, nunca
“LA CARRERA QUE MÁS RECUERDAS ES L A Q U E ESTÁ L L ENA DE TRAGEDIAS. SON LAS QUE TE MARCAN PARA SIEMPRE”.
podría haber sido piloto. “Al final, mi pasión por la lente siempre ha sido más grande que mi pasión por el volante y el acelerador”.
Hoy, después de 56 años de vender su primera fotografía como profesional, Rainer sabe que está en buenas manos (y buenos ojos). Su archivo, quizás el más extenso en tiempo y calidad del mundo, está a cargo de Motorsport Images y, con ello, existe la garantía de poder recurrir a este material cada vez que se quiera revisar un momento clave del automovilismo... Un momento “Rainer”.
Así es como se le llama, en la jerga del espectador de Fórmula 1, a una fotografía de Schlegelmilch. Así es como se reconoce no sólo su talento y su entrega, sino la capacidad de ser original en un mundo donde todo dura tan sólo un instante.
“Estoy orgulloso de haber llegado hasta aquí. Creo que ese chico que llevaba una cámara hasta el gimnasio de su escuela, para tener retratos que le permitieran entender mejor a la gente, está orgulloso de lo que logré. Mi vida no puede explicarse sin dos cosas: una lente y un automóvil, y las dos supieron darse la mano para hacer un clic perfecto. Cualquiera puede congelar un momento, hasta con un teléfono celular, pero lograrlo con una intención detrás, tratando de distinguir por encima de los colores que bailan, es algo que conseguí tras décadas de intentarlo. Y ése es mi legado. Frenar la velocidad y poder ver que algo más pasa ahí. Que puedes acercarte a la personalidad de un hombre que arriesga su vida por el triunfo”, finaliza Rainer. Su voz suena convencida de que, después de cinco décadas de labor, es imposible pensar en la Fórmula 1 sin tener en mente una de las tantas imágenes que el hombre que hace clic tomó.