Life and Style (México)

POLLITO A LA ESCARLATA

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Originario de Oaxaca, José de la Cruz Porfirio Díaz Mori (1830-1915), antes de ser presidente de la República —desde 1876 a 1911 (excepto de 1880 a 1884)— y dictador, fue un talentoso militar y estadista. Díaz no sólo marcó una época política en la historia de México, sino también en la gastronomí­a. Y es que su gusto por la cocina y las costumbres galas se reflejó tanto en la apertura de hoteles y restaurant­es afrancesad­os, como en los grandes banquetes que se ofrecían en las casas de las familias de clase alta, las cuales empezaron a tener vajillas fastuosas, enormes centros de mesa, cubiertos de plata y mantelería fina. A la cocina mexicana llegaron nuevas técnicas para hacer cocciones largas, salsas espesas y panadería refinada.

Don Porfirio, quien no era una persona sencilla, tenía su propio chef francés, que le preparaba cualquier antojo. Éste podía ser desde una tlayuda con chapulines o un plato que incluyera escamoles acompañado con mezcal, hasta saumon grillé à la St. Malo (salmón con salsa de vino blanco), melon glacé au Clicquot rosé (perlas de melón bañadas en champagne) o poularde à l’écarlate (pollitos de leche a la escarlata) maridados con vinos de Burdeos. La dificultad estaba en conseguir los ingredient­es, así que el cocinero tenía que sustituirl­os y, por ejemplo, hacer una salsa escarlata con frambuesas para tratar de igualar el sabor. La pasión por Francia llevó al político a pedir sus platos favoritos en la cena del centenario de la Independen­cia de México y, después de ser exiliado, a vivir sus últimos días en París.

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