CASI ARTE SANAL
Philip Fimmano es socio de uno de los estudios más prestigiosos de tendencias. Aquí nos habla sobre el futuro de la moda.
No podría definir a Philip como un hombre que se dedica a una sola cosa en específico. Su personalidad, serena y modesta, esconde una sagacidad y una asombrosa elocuencia por la comprensión global de movimientos tan complejos como el diseño en todos sus espectros. “El futuro es multicultural”, menciona el socio de Lidewij Edelkoort –una de las mujeres más influyentes de la industria– durante la feria de diseño Atalaya. “El ser humano está sediento por regresar o, al menos conocer, sus orígenes”.
Después de esta declaración, el australiano me devuelve una mirada que parece entenderlo todo y le pregunto, en un tono obvio, qué significa una tendencia para él. Me responde con precisión: “Es un fenómeno que ocurre en un espacio, tiempo y lugar determinados en ciertos segmentos sociales”. No es tan difícil entenderlo, pues nosotros mismos somos los principales partícipes de estos populares conceptos, añade en nuestra conversación.
Durante su conferencia, “The Future is Craft”, apunta varias historias que encabezan términos como almost wild, almost folk y almost
tribal, por ejemplo, aludiendo a un panorama general sobre el regreso de las técnicas artesanales, los procesos hechos a mano y el estudio de nuestra historia como principal inspiración.
Me cuenta que la palabra almost es intencional, pues quiere que la gente tenga ese espacio de duda para preguntarse hasta dónde un objeto o prenda se vuelve salvaje o folclórica, y cómo estos conceptos no tienen las limitaciones creativas que pensábamos. “Por ejemplo, en el diseño industrial y en la moda, las influencias culturales son cartas blancas para jugar entre un modo de ser con ese toque artesanal o handmade que, de alguna forma, quizás a veces intuitivamente, lo sentimos más cercano o familiar”, dice Philip.
A partir de ahí lo cuestiono sobre los problemas de apropiación cultural, como ha sucedido en casos como el de Isabel Marant, al hacer una copia exacta de los bordados de Tapachula, o como la inspiración de Maria Grazia Chiuri, quien se dedicó a investigar las escaramuzas para ser la esencia de su colección crucero 2018. Entre ambos hay similitudes, pero también límites, es decir, “la apropiación cultural no respeta los símbolos o significados de dicha comunidad o tradición. Tampoco la cultura debe ser celosa de una sola región, eso sería imposible. En este fenómeno artesanal, las apropiaciones culturales de las que hablamos tienen un valor que respeta el contexto, por ejemplo, el uso de la burka en una persona que no es musulmana sería políticamente incorrecto, pero llevarla como una referencia de inspiración sobre la modestia de la mujer y todo lo que representa para una sociedad como ésta, sí adquiere un nivel distinto. El mundo, hoy en día, está más en contacto que nunca y este deseo se representa en el futuro de una moda que comprende más su entorno y también a uno mismo”, concluye.