Life and Style (México)

WE LOVE PRINT #02

- Entrevista: Natalia Chávez

La cámara Polaroid es un cuarto oscuro portátil. Tan moderna y tan anticuada a la vez, permanece incluso en la época digital: los filtros de Instagram trataron de imitar la estética de sus fotografía­s, pero jamás reemplazar­on la nostalgia por ese sonido que indica que una imagen está imprimiénd­ose para ser un recuerdo palpable. A manera de reflexión sobre el vínculo entre este artefacto y su proceso creativo, el artista plástico peruano Aldo Chaparro realizó, en la intimidad de su estudio europeo, una serie de instantáne­as para Life and Style mientras trabajaba las piezas que mostró en ARCO, la Feria de Arte Contemporá­neo de Madrid.

Las cámaras analógicas son como un soplete, sobran. No porque la fotografía sea deficiente, sino porque en mi trabajo el tiempo lo es todo. Antes del acero, trabajaba con láminas de acrílico que calentaba con un soplete y después arrugaba. Eran piezas buenas, pero sentía que algo estorbaba y era esta herramient­a de calor: no tenía paciencia, quería llegar a atacar un material con mis propias manos, y más directo que el acero no hay. Lo mismo me pasa con la cámara analógica, por la que tengo que esperar horas para ver el mensaje que busco dar. El tiempo es el soplete de mis esculturas, sobra. En cambio, una cámara instantáne­a, casi como una digital, me permite tomar una foto y verla al momento. Aunque tengo paciencia para muchas cosas, me identifico con procesos rápidos como tomar una Polaroid. Necesito materiales que pueda manipular rápido, de primera mano, como puede distinguir­se en toda mi obra, en las esculturas de acero, en los tótems.

Desde que compré mi primera Polaroid, a los 21 años, en Lima, el clic de este cuarto oscuro portátil despierta en mí un deseo ávido por contemplar lo que capté, un anhelo que dura un minuto. Recuerdo que experiment­aba pintando con acrílico el flash para que, al imprimirse la foto, tuviera el tono de los colores que puse. En ese entonces todo era un descubrimi­ento y tomaba demasiadas fotos; ahora trato que todo sea espontáneo, no titubeo con

el encuadre, lo hago de manera muy intuitiva. Confío en las cosas que a estas alturas ya debo haber interioriz­ado. De ahí la gran conexión que tengo con mi estudio en Madrid. Visitarlo es el retorno a mi esencia, donde mis piezas son el impacto de una sola idea. Si armo todo un cuento detrás, arruino esa imagen que trato de que sea poderosa, como detonador de lecturas.

Las fotos que hice para esta serie, más allá de ser del estudio donde trabajo para toda Europa, son un vínculo con la parte más vital de mi ser. Aquí mi trabajo es lo que fue al comienzo: conseguir los materiales, prepararlo­s, ensuciarme, trabajar la pieza, colgarla, fotografia­rla y hacer el embalaje. Una rutina que se parece a la de hace años, cuando no tenía un equipo de 11 personas en la Ciudad de México, en donde todo se vuelve un poco administra­tivo, de relaciones públicas... siempre está la parte creativa, pero mi labor se divide en muchas cosas más.

En Madrid no tengo a nadie y paso tiempo solo, algo que nunca sucede en México. Evito mi teléfono, tengo momentos de introspecc­ión. Le guardo un cariño especial a este lugar porque es pequeñito y me obliga a ser muy ordenado. Tanto así que ordené todos mis archivos, desde 1987 hasta el presente. En ellos encuentro ideas que en su momento descarté. Ahora las analizo, porque en lugar de mirar hacia fuera y hacia adelante, miro hacia atrás y hacia dentro.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico