Lado B
El chef Javier Plascencia no encuentra la estabilidad en tierra firme, sino en la adrenalina de conquistar las pendientes marítimas.
Un chef que ama el surf.
Para Javier Plascencia, el surf es un estilo de vida que adoptó derivado de un castigo. A los 15 años, sus padres lo mandaron a una escuela militar en San Diego, Estados Unidos, porque lo habían corrido de la escuela en Tijuana. Fue ahí donde conoció su pasión alterna: deslizarse sobre las olas. Tres años después, a los 18, Javier se metió de lleno y comenzó a hacer acrobacias sobre su tabla corta. “Desde entonces viajo para alcanzar olas de hasta 40 metros y, si paso más de dos semanas sin tocar el agua, me pongo ansioso”. La cultura surfo lo ha acompañado a lo largo de su carrera, incluso cuando abrió su primer restaurante, en 1989, ya que por las mañanas, antes de la jornada de trabajo, se iba a surfear para recargar energía. “Algunas personas piensan negativamente sobre los surfos, pero la realidad es que es una forma de vida saludable que exige buena condición física y mucho respeto al mar ”.