Life and Style (México)

Primera vez

Estas son las historias de los objetos que marcaron al director Amat Escalante.

- Texto: Salvador Cisneros Amat Escalante ganó en el Festival de Cannes los premios Una cierta mirada por Sangre (2005) y el de mejor director por Heli (2013). Actualment­e, trabaja en cuatro episodios de la segunda temporada de Narcos México (Netflix).

Amat Escalante.

Mi primer auto. Fue un Volkswagen sedán, color blanco, modelo 1984 (en la foto). Un vocho. Le tengo tanto cariño por haber formado parte de mi primera película, Sangre, que todavía lo conservo. Se lo pude comprar a la persona que me lo prestó para la filmación, pero algún tiempo después de haber terminado la película. Es tan emblemátic­o para mí ese vocho que hasta aparece en uno de los pósters del filme. Además, la verdad es que aprendí a manejar ya bastante tarde en la vida y fue precisamen­te con ese coche. Es, sin duda alguna, el auto al que más apego emocional le tengo: jamás pensaría en venderlo. Incluso lo uso con frecuencia. Lo acabo de pintar de blanco otra vez y está perfecto para moverme por las calles tan estrechas y empinadas de Guanajuato, la ciudad donde vivo. Mi primera cámara de cine. Dejé de estudiar a los 15 años, porque no me gustaba nada la escuela y quería ser cineasta porque descubrí La naranja mecánica y El mariachi. Vivía en Estados Unidos y obvio me tuve que conseguir un empleo. Fue en un restaurant­e de fast food, en donde me pagaban semanalmen­te, y qué curioso, mi primer pago (hasta el último centavo) era exactament­e lo que costó esa cámara, una Súper 8 Sankyo Sound XL-220. Recuerdo que fueron como 80 dólares con 55 centavos. Fue una señal para mí. Gracias a esa cámara pude entrar al festival Fifty Foot of Love; se llama así porque cada rollo de Súper 8 medía 50 pies. Se tenía que entregar un corto sin editar y el mío se llamó She Got into Town an Hour Ago. Es sobre una chica que golpea a un peatón mexicano con su coche y se lo lleva a su casa y se enamoran. El actor era mi papá y la chica, su novia.

Mi primera grabadora. Mi madre me compró una Sony DAT TCD-D8 cuando se dio cuenta de que para mí el cine iba en serio. Para ese entonces, ya tenía una cámara de cine de 16 milímetros y estaba consciente de que el cine no era solo la imagen, entonces me urgía una grabadora así. Aún la conservo porque con ella hice mis primeros cortos. Le tengo cariño porque, aunque he tenido muchas cámaras de cine, la veo y siento orgullo porque me recuerda que como cineasta joven ya pensaba en el sonido.

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