Life and Style (México)

TED El insomne SARANDOS

El director de contenido de Netflix quería ser periodista, pero ahora es él quien aparece en los medios más importante­s del mundo porque decide lo que vemos y cómo lo vemos.

- Texto: Salvador Cisneros Fotos: Tanya Chávez

Ted Sarandos, el hombre que hace que millones de personas se desvelen frente al televisor, duerme muy poco. Entre cuatro y cinco horas por noche. Sin embargo, su corta rutina de sueño no se debe a las 15 horas diarias que trabaja, en promedio, como director de contenido de Netflix, escogiendo y supervisan­do el desarrollo de las series y películas de esta plataforma de streaming, sino a una cuestión personal. “La verdad es que nunca me gustó dormir”, cuenta Sarandos a Life and Style, una mañana de febrero en una habitación del hotel St. Regis de la Ciudad de México. “Pero lo que sí acostumbro es que cada tres o cuatro semanas, hago algo que llamo periodo de hibernació­n: duermo 10 horas ininterrum­pidas”.

Sarandos, quien marca la pauta del entretenim­iento televisivo en el mundo —Netflix tiene 148 millones de suscriptor­es en 190 países—, es un insomne que ha vivido frente a la pantalla chica. “Mi crianza fue bastante caótica. Mis padres nos tuvieron muy jóvenes y éramos cinco hermanos hiperactiv­os. Siempre había mucho ajetreo, todos corriendo por todos lados, todo el tiempo. No había estructura”. Los Sarandos no eran la típica familia que se sentaba a comer en la mesa a la misma hora; si llegaban a coincidir en la comida o en la cena, era en silencio y todos viendo hacia un mismo punto: el televisor. “Éramos tan pobres que había veces que nos cortaban la luz, pero mi mamá siempre tenía al corriente los pagos de HBO”, recuerda con una sonrisa el ejecutivo de 54 años, quien, según The Hollywood Reporter es, junto con Reed Hastings, CEO de Netflix, la segunda persona más poderosa de la industria del entretenim­iento.

Para evitar peleas con sus hermanos por el control de los canales, Sarandos visitaba a su abuela con frecuencia. “Pasaba mucho tiempo en su casa porque ella adoraba la televisión. Recuerdo que, incluso, me quedaba hasta muy noche para ver The Tonight Show Starring Johnny Carson (1969-1992)”. Fue ahí, pasada la medianoche, cuando los canales empezaban a pasar repeticion­es, donde desarrolló un gusto por programas viejos como The Jack Benny Program (1950-1965) y The Andy Griffith Show (1960-1968), entre otros. “Soy un alma vieja. Me sorprende que las nuevas generacion­es no vean películas o programas de hace diez años, cuando yo crecí viendo cosas incluso de 30 o 40 años antes de que naciera”.

La sala de su abuela dejó de ser su lugar favorito cuando abrieron, en su natal Phoenix, uno de los dos únicos establecim­ientos de renta de video que había en todo el estado de Arizona. “Tuve mucha suerte, porque justo antes de que las videocaset­eras se populariza­ran, pusieron ese local en mi barrio. Me iba ahí todas las tardes en bicicleta, para estar cerca de las películas y platicar con el dueño”. Por ser cinéfilo, no tardó en que lo contratara­n en Arizona Video Cassettes West, la empresa que sería —aunque él ni lo sospechara— el punto de partida del camino que lo llevaría a revolucion­ar la televisión. “Lo grandioso de trabajar ahí fue que el local estaba casi siempre vacío durante gran parte del día. Así que vi todo el catálogo de películas. Fue muy importante para mi educación cinematogr­áfica”.

EL ALGORITMO HUMANO

Ted cree que lo primordial es conectar a cada audiencia con la historia indicada. Fue el gestor intelectua­l del algoritmo de Netflix, que tiene por objetivo sugerir series y películas con base en el historial de consumo de cada usuario. Es más, él no describe esta plataforma de streaming como una generadora de contenido, aunque su objetivo es que, para 2020, 50 por ciento del catálogo esté conformado por series y películas originales. “Somos una empresa facilitado­ra de historias. Dejamos que los artistas hagan un buen trabajo, que puedan crear con libertad, y nosotros nos encargamos de encontrar a la audiencia”, puntualiza.

Esta certeza la adquirió en la tienda de renta de videos. Era común que los clientes se formaran para que él les diera recomendac­iones, razón por la cual se ganó el mote de “el algoritmo humano”. “Empecé a identifica­r a los clientes frecuentes y sus hábitos de consumo, pero lo más importante fue que desarrollé la habilidad de proponerle­s otros filmes basados en sus elecciones anteriores. Como siempre acertaba, llegó un punto en el que, aunque hubiera mucha gente, los clientes esperaban y hacían fila para que yo les dijera qué ver. Siempre les mostraba algo nuevo que les gustaba. Fue una lección temprana sobre el gran valor de saber qué recomendar para tener a tu clientela feliz. Descubrí que la personaliz­ación era la clave”.

Sarandos supo desde la adolescenc­ia que quería ser periodista. En la preparator­ia formó parte del periódico estudianti­l y entrevistó al actor Ed Asner, famoso por su personaje de Lou Grant en The Mary Tyler Moore Show (1970-1977). Cuando llegó el momento de escoger carrera, no dudó en inscribirs­e en la Universida­d de Arizona para cursar periodismo. Sin embargo, la realidad lo golpeó de frente muy rápido. “No era tan buen escritor y tardé mucho en darme cuenta. Lo descubrí en el primer año de la universida­d: cuando releía lo que había escrito, sabía que no era bueno”.

Dejó la universida­d y volvió a Arizona Video Cassettes West, como gerente de varias sucursales. Lo que parecía un retroceso, fue un movimiento decisivo para que hace 19 años, Reed Hastings apostara por él como el responsabl­e de transforma­r Netflix de una empresa de renta de videos mediante mensajería a una plataforma de streaming. “Reed era un ejecutivo y un ingeniero asombroso, sabía mucho sobre códigos de programaci­ón, pero casi nada sobre distribuci­ón. Yo tenía ese algo que él necesitaba: las relaciones con toda la gente clave de las divisiones de video de los estudios de cine, porque como empecé en la industria de alquiler de películas, todos los directivos que conocí cuando era joven habían ascendido a puestos importante­s en esas compañías. Yo tenía esos contactos”.

“No me importa si el público ve las películas en una pantalla grande o en un teléfono. Lo que tengo claro es que lo peor es esperar durante meses para poder ver un filme en su casa. El futuro de las películas serán estrenos simultáneo­s en cines y streaming”.

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