Relojería
Acostumbrada a romper las reglas, Audemars Piguet abre el museo más singular de la alta relojería.
El Museo Taller Audemars Piguet abre sus puertas y revoluciona el paisaje del Vallée de Joux suizo. Un grupo de afortunados viajó de la campiña inglesa a la Costa Azul para vivir en carne propia la filosofía relojera de Chopard. La evolución del Portugieser, el clásico absoluto de IWC creado para las aventuras en altamar.
En el mundo de Audemars Piguet, lo normal es erigir un moderno y complejo edificio con forma de espiral conectado a la casa histórica donde Jules Louis Audemars y Edward Auguste Piguet fundaron la marca en 1875. Esa estructura inusual es la sede del Museo Taller de la firma y su diseño es único en Le Brassus, un poblado del Vallée de Joux suizo donde la mayoría de las construcciones son simples y monótonos rectángulos horizontales o verticales con techos de dos aguas. Su ubicación, junto a la propiedad más antigua de la compañía, simboliza la fusión de tradición e innovación que caracteriza a esta manufactura, una de las Grandes Damas de la relojería helvética.
Audemars Piguet nos ha acostumbrado a este tipo de disrupciones, sobre todo desde 1972, cuando presentó el Royal Oak, un reloj deportivo de lujo hecho de acero, con bisel octagonal y brazalete integrado, que cambió para siempre el destino de la casa y de toda la industria. Con ese guardatiempo —un best seller eterno— comenzó la tendencia sport elegant a la que después se sumaron las marcas de mayor renombre, y que sigue siendo una de las más exitosas del negocio relojero. Dos décadas después, en 1993, presentó el Royal Oak Offshore, la versión musculosa de su ícono, que provocó polémica por su gran tamaño para la época —42 milímetros de diámetro— y marcó el inicio de la era de los relojes oversized.
Su nuevo museo, recién terminado, sigue la ruta de “romper las reglas”, como dice el eslogan de Audemars Piguet, con una propuesta vanguardista y técnicamente prodigiosa en la que 108 paneles de vidrio curvo estructural sostienen las 470 toneladas del techo, compuesto por dos planchas circulares de acero que, cuando el clima lo permite, están cubiertas por una alfombra de pasto que ayuda a ajustar térmicamente el interior y absorber la lluvia. Cada panel de vidrio tiene un grosor máximo de 12 centímetros y su fabricación toma tres semanas. Además, una malla de latón reviste el exterior para regular la luz y la temperatura.
La forma del edificio está inspirada en la espiral del mecanismo de los relojes, un resorte diminuto que regula las oscilaciones del volante y componente clave para la precisión. El diseño es obra de Bjarke Ingels Group (BIG), firma liderada por Bjarke Ingels, un arquitecto superestrella con un currículum que incluye el Museo Marítimo Danés; la planta de conversión de residuos en energía y pista de esquí de CopenHill, en Copenhague; la galería The Twist en el parque de esculturas Kistefos, en Noruega; y los proyectos, aún en construcción, del rascacielos Two World Trade Center, en Manhattan, y el nuevo campus de Google de North Bayshore, California.
En 2014, BIG ganó el concurso de arquitectura convocado por Audemars Piguet para la ampliación de sus instalaciones, que también