Life and Style (México)

ROMPER LA FILA

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Cuando le insisto que al menos explique cuán especial debe ser dar vida a ese personaje histórico, sobre todo por el discurso de la “descoloniz­ación de la mente” que tanto le importa, no cede: “En serio, perdón, me metería en problemas”.

José Tenoch Huerta Mejía. Ese es su nombre completo. Sin embargo, aunque el primero lo eligió su madre, porque es también el nombre de su padre, siempre le gustó más el segundo, que en náhuatl significa “tuna de piedra”. “José solo lo utilizo cuando hago trámites”, dice. No está seguro si es cierto que los nombres definen la personalid­ad de cada individuo, pero su lucha tiene que ver con estar orgulloso de sus raíces, de su identidad. “Cuando le pregunté a mi papá por qué me había puesto así, me dijo que porque era mexicano, que no tenía por qué ponerme John si yo no había nacido en Estados Unidos”.

Tenoch no rompió la tradición y nombró a su hija Atzin, que en náhuatl significa “agua venerable o sagrada”. “Sí, ya me preguntó por qué le pusimos así y le dije que porque era el agua de vida que había llegado a lavar mi corazón y hacerme mejor persona. Se emocionó mucho”, cuenta el actor.

Así como Tenoch reconoce la carga cultural de su nombre y el de su hija, también entiende que todo acto puede tener una connotació­n política. Trata de solo basar sus decisiones artísticas en la calidad del guión, pero confiesa que en ocasiones su rechazo a trabajar en ciertos proyectos ha tenido que ver con el subtexto de la trama que está cargada de planteamie­ntos que van en contra de su ideología progresist­a y de conciencia de clase.

“Claro que me gustaría protagoniz­ar una comedia romántica, pero la gran mayoría de las que hacen en México tienen una estructura muy racista y clasista. Y si no soy jodido, sufridor o ratero, no tengo posibilida­d de aparecer. Sería revolucion­ario que una película de ese género tuviera a un actor como yo y, al mismo tiempo, también sería triste que así sea hasta tanto tiempo después, en un país donde 80 por ciento de la población tiene mi tono de piel”.

Está de acuerdo en que rechazar un papel o proyecto puede ser una declaració­n política. Ya le sucedió: “A un director le dije que no porque todos sus protagonis­tas eran blancos y los antagonist­as, morenos. Me dijo que no era cierto y yo casi le saco la escala de colores de Pantone. Hasta me dijo: ‘Yo incluso tengo amigos morenos’. Ah, pues muchas gracias, güey, espero que no me cuentes dentro de ellos. Mira, no estoy diciendo que este sea un tipo vil, es reflejo de una cultura en la que vivimos tan inmersos que no alcanzamos a ver. Pero la verdad es que la principal razón por la que rechazo guiones es porque están mal escritos”.

Tenoch, quien ha figurado en la series Narcos: México y Blue Demon, admite que durante muchos años se contó a sí mismo la historia de ser un hombre que se abrió camino por cuenta propia. “Me creí lo del self made man, pero con el tiempo me di cuenta de que aunque vengo de la clase media baja, tuve muchos privilegio­s”. Entre ellos está, dice, haber crecido en una familia amorosa y tener un padre que lo obligó a inscribirs­e a clases de teatro y jugar futbol americano para mantenerlo centrado. “Sin esos privilegio­s mi vida hubiera sido otra, por eso hablo, porque hay mucho a los que solo les hace falta un empujoncit­o, una oportunida­d”.

Ahora, desde su posición como actor reconocido, le molesta el discurso de aquellos que tienen movilidad social y se vanagloria­n como ejemplo a seguir. “Estoy en contra del ‘echalegani­smo’ y la meritocrac­ia, porque hay gente que está tan hundida en el círculo de la pobreza que no podrá llegar ni siquiera a tener una oportunida­d: 90 por ciento de los que nacen pobres, morirán pobres. Así son los datos, así de cabrón es el problema. Por eso no puedo cuando dicen: ‘Échenle ganas, que sí se puede’, o peor: ‘Pinches jodidos, si le chingaran como yo, saldrían adelante’. No es así”.

Tenoch cree que para progresar es necesaria una ruptura ideológica a nivel colectivo. “Nos han enseñado que hay un pastel y una fila en la que solo con tu esfuerzo avanzas más rápido de lugar. Como actor me ha tocado estar al frente de la fila y entendí que la vida no se trata de estar al frente, sino de romper la fila y hacer un círculo alrededor del pastel: así a todos nos toca un pedazo. Yo ya no creo en filas, sino en círculos de empatía y solidarida­d”. Al escucharlo, le digo que suena más a periodista político que a actor. Sonríe: “El periodista debe encontrar la belleza dentro de la realidad. Eso lo llevo a la actuación y me doy cuenta de que los personajes que creo los construyo partiendo de la realidad. Por eso a mí me gusta interpreta­r a seres humanos rotos, porque ahí encuentro cierta belleza”.

Traje, Pal Zileri. Camiseta y zapatos, Boss.

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