LAS SUTILEZAS DEL PODER
Mi idea del poder está determinada por lo que percibo del exterior, es decir, por la gente que ejerce influencia sobre el resto de las personas. Sin embargo, si aplico ese concepto a un contexto personal, si pienso en los momentos en que me siento poderosa, creo que es algo completamente distinto. Me siento poderosa cuando actúo según mis valores, mis propósitos de vida y mis metas.
En mi experiencia, el valor viene de la seguridad en mí misma. Hay muchos factores que no podemos controlar, pero con seguridad en nosotros mismos podemos hacer cualquier cosa, sabiendo que, sin importar si lo logramos o no, vamos a sobresalir. Tener valor es tener la certeza de que puedes enfrentar las cosas, salgan bien o mal; tener la certeza de ser flexible para cambiar tu camino dependiendo de lo que ocurre a tu alrededor. Lo que sucede con nosotros mismos es lo único que podemos controlar.
La fuerza y la delicadeza son dos atributos que van de la mano. Hace poco leía que la flexibilidad es proporcional a la fuerza que se tiene, es decir, no se puede usar una sin la otra. La fuerza es necesaria para hacer las cosas, para tener empuje, para seguir adelante y encontrar la motivación. A la vez, también es necesario tener un lado sutil, que no debe confundirse con un lado débil. Una persona fuerte puede enfrentar situaciones que lo vulneran y no pasa nada, porque tiene los recursos necesarios para salir adelante. En el ballet es muy claro que la delicadeza viene de la fuerza. Ambas cualidades están íntimamente relacionadas, tanto en la danza como en la vida, tanto para los hombres como para las mujeres. Al final, es una cuestión de equilibrio; en ocasiones utilizamos más una u otra, según el momento.
En situaciones no favorables es difícil sentirnos poderosos, pero sí es posible. Desde hace tiempo voy a terapia psicológica y me ha ayudado mucho. Creo que todo el mundo tendría que ir al psicólogo. Ahí he aprendido que sentirme poderosa depende de mi adaptabilidad. Antes no podía imaginar una vida después de la danza, pero ahora, a pesar de que no tengo idea de que haré cuando deje los escenarios, sé que voy a salir adelante. Muchas veces me siento incómoda, pero decido continuar. A final de cuentas, lo peor que puede pasar nunca es tan malo como imaginamos –no te dan el papel, te corren de tu trabajo–, y eso nos pone frente a otras posibilidades. Este pensamiento me hace sentir muy poderosa porque, si bien no puedo controlarlo todo, sí puedo controlar la manera en la que deseo seguir con mi vida. La elección de cómo vivir tu vida, pase lo que pase, es una fuente invaluable de poder.
Cuando era pequeña, mi mamá me decía que por ser bonita la gente voltearía a verme y que tenía que hacer algo bueno con eso. Me insistía en que lo que dijera tenía que ser bueno para la gente, que si iba a tener esa atención, debía usarla a mi favor y el de las demás personas. En aquel momento no entendía muy bien lo que quería decirme, pero conforme fui creciendo me pareció un concepto interesante. Me he enfocado mucho en no ser simplemente una niña bonita que baila ballet. Cada vez que uno da una opinión, así sea a nuestro mejor amigo, tiene que hacerse responsable de aquello que dice. Todos queremos comunicarnos en la sociedad y fomentar la armonía; dar un punto de vista implica pensar que lo que digo puede afectar a alguien para bien o para mal. Eso es para mí ejercer el poder de manera responsable.
LA ELECCIÓN DE CÓMO VIVIR NUESTRA VIDA, PASE LO QUE PASE, ES UNA FUENTE INVALUABLE DE PODER.
Originaria de Monterrey, Greta es solista de la Compañía Nacional de Danza de México. A sus 27 años, se le considera uno de los talentos más sólidos de esta disciplina. Está a punto de concluir la licenciatura en Gestión Cutural y tiene un blog llamado Another Pointe.