Hablemos de masculinidades positivas…
Escribo desde un avión. Volando por primera vez junto a mi hijo de 9 meses y dos de mis sobrinos varones, de 8 y 11 años. Mi hermano mayor también viaja con nosotros. Es inevitable verme reflejado en ellos. En sus ojos veo algo de mi propia mirada, y sus voces son también el eco de lo que tantas veces escuché en palabras de mi madre y mi padre. Desde mi asiento no puedo dejar de pensar en lo mucho que deseo seguir trabajando para que logremos construir masculinidades sanas y plenas que fomenten la igualdad y equidad y que puedan desarrollarse en verdadera libertad. Pero como todo proceso de crecimiento, mi camino hacia el cuestionamiento de lo que hoy significa ser hombre ha sido uno de tropiezos, dolores, equivocaciones y confrontaciones. Un proceso imparable con una continua presencia en mi día a día y gracias al que me he convertido en algo así como un espectador de mi propia vida. Ahora, mi mayor interés está en desechar todos los mensajes y conductas que fueron sembrados en mí y que no me ayudan a ser el hombre que quiero ser.
Crecí en una sociedad machista. En un México construido sobre un modelo patriarcal tradicional que hoy me obliga a repensar mi género y a encontrar nuevas alternativas para desarrollarme en plenitud. Todos los días decido asumir mi masculinidad de otro modo, dejando a un lado los sexismos, la homofobia y la violencia que genera el machismo.
En mi opinión, resulta vital realizar un ejercicio constante para reconocer mi sensibilidad, mis puntos débiles, mis miedos, mis anhelos frustrados y, por qué no, también para aprender a escuchar realmente las reflexiones de otros hombres, ya que considero que solos nunca llegaremos a ninguna parte. Tenemos que aprender a relacionarnos desde una perspectiva lejana a la violencia y el bullying, y extinguir también de nuestro lenguaje comentarios como esos que tanto escuché en mi niñez: “Sé fuerte”, “los niños no lloran”, “los hombres son feos, fuertes y formales”, “pegas como una niña”, “llorar es para débiles”…
Hablar de nuevas masculinidades, prolongar y fomentar la conversación hasta que sea una constante, tendría que convertirse en un ejercicio habitual. Debe ser algo que no quede encerrado en las conversaciones privadas del hogar, sino que se convierta en parte de nuestra cultura. Por eso considero urgente que prioricemos la construcción de masculinidades positivas como el catalizador necesario para lograr un mundo pacífico, igualitario y sostenible.
¿Qué se necesita para ser un hombre? Observo a mi hijo y deseo profundamente que en unos años pueda contestar a esta pregunta sintiéndose libre y viviendo en una sociedad plena y equitativa. Y mientras eso sucede te lo pregunto a ti. ¿Qué significa ser hombre?