CRISIS MIGRATORIA
Donald Trump no da un respiro a su retórica antimigratoria, ni siquiera para las familias
En abril, en nombre de una nueva doctrina de ‘tolerancia cero’, Estados Unidos empieza a separar de manera generalizada a las familias que intentan entrar ilegalmente.
La argumentación jurídica es que todo migrante indocumentado es un delincuente y se le procesa judicialmente como tal.
Por eso, aunque los progenitores no tengan antecedentes penales, se defiende que los hijos no pueden seguir bajo su custodia y son separados.
La medida, que provoca la separación de más de 2 mil 600 niños, desata una colosal ola de protestas, dentro y fuera del país, que incluye la condena de las Naciones Unidas, del Papa Francisco y de tradicionales aliados como Reino Unido. A finales de junio, el Presidente da marcha atrás.
Desde ese momento, el número de indocumentados con hijos detenidos al cruzar de México a Estados Unidos alcanza niveles récord y los agentes arrestan, en septiembre, a 16 mil 658 miembros de familias que cruzan la frontera, el 80 por ciento más que en julio.
A esta polémica se une, meses después, la caravana de alrededor de 7 mil centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos por la frontera con México.
El Mandatario estadounidense utiliza sus ataques contra los miles de migrantes para retomar en la campaña de las elecciones legislativas su retórica de 2016, con la que busca motivar al ala más conservadora del Partido Republicano.
Por otro lado, la lucha contra los indocumentados es uno de los pilares sobre los que asienta su promesa de levantar un muro en la frontera con México.
Su compromiso de campaña es también su arma para amenazar con un cierre de Gobierno si no se aprueba el presupuesto de 5 mil millones de dólares para la construcción de su proyecto fronterizo.
El fracaso de este proyecto, así como aceptar las cifras récord de migración, implicarían un fracaso en uno de sus temas estrellas y, con ello, el descrédito del Presidente entre sus votantes más radicales.