México se convierte en territorio de paso de caravanas de migrantes que huyen de sus países centroamericanos en el intento de llegar a Estados Unidos/
A partir de octubre, México se convierte en territorio de paso de caravanas de migrantes que huyen de países centroamericanos para buscar llegar a Estados Unidos
Con más de 5 mil integrantes, incluyendo cientos de niños y mujeres –algunas de ellas embarazadas–, la primera oleada sale de Honduras el 13 de octubre y logra ingresar a México siete días después.
En el puente fronterizo el primer grupo derriba dos vallas de seguridad, una de Guatemala y otra de México, antes de que la Policía Federal les permita el ingreso a territorio nacional.
Sólo ese mes, cuatro caravanas parten de Honduras y El Salvador.
En territorio nacional, los integrantes de las caravanas duermen lo mismo en parques públicos que en albergues que autoridades locales disponen para ellos.
Aunque los migrantes solicitan a la ONU que les faciliten camiones para llegar a la frontera, no logran una respuesta afirmativa y continúan su trayecto caminando o en aventones.
Entre presiones México comienza a resentir en octubre presiones tanto de los migrantes como del Presidente de EU, Donald Trump, quien exige a México frenar el tránsito de las caravanas.
“Por el momento, agradezco a México. Pero si eso no funciona, llamaremos a los militares, no a la Guardia (Nacional)”, escribe Trump el 19 de octubre, el día que la Policía Federal logra impedir el paso masivo de la caravana en la frontera.
A su paso por México, los migrantes reciben amplias muestras de solidaridad de pobladores y autoridades, que les comparten alimentos, agua, ropa, tenis y calcetines.
Incluso, en la Ciudad de México descansan casi cinco días bajo carpas colocadas en el estadio Jesús Martínez “Palillo”, donde el Gobierno de la Ciudad de México y la Pastoral de Migrantes de la Arquidiócesis de México instalan comedores y servicios para ellos.
A diferencia del ambiente solidario que encuentran en el sur y centro del país, en las ciudades fronterizas como Tijuana enfrentan marchas de rechazo a su estancia, además de detenciones y deportaciones.
Incluso, el secretario de Gobierno de Baja California, Francisco Rueda, demanda a la Federación 80 millones de pesos para atender a los migrantes con albergues, alimentación y servicios de salud.