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FUTURO DE LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ ES DISRUPTIVO

ES CURIOSO, PERO EN UNA O DOS DÉCADAS, LOS LIDERES DE LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ PODRÍAN NO SER LAS ARMADORAS TRADICIONA­LES, SINO FIRMAS DE INFORMÁTIC­A, ENERGÍA, FINANZAS U OTROS NEGOCIOS INNOVADORE­S

- POR DINO ROZENBERG

Estos modelos de negocio, con participan­tes provenient­es de otras industrias (tecnología, retail, comunicaci­ones, finanzas), son parte de la innovación y la visión emprendedo­ra

a innovación —el nuevo nombre del cambio y sobre todo de la sustentabi­lidad—es uno de los motores para inventar productos y servicios, abrir caminos, potenciar el valor y, en de nitiva, mantener a las empresas en acción. Así, Sony pasó de los televisore­s a las computador­as y el cine; Microsoft, de los sistemas operativos a las consolas de video; Amazon, de la librería en línea a los servicios informátic­os, igual que Tata, que en realidad es una fábrica de automóvile­s. La industria automotriz es un gran escenario para demostrar la forma en que algunos se mueven fuera de la caja, de manera innovadora, y otros se mantienen en el molde tradiciona­l.

Por lo pronto, nadie tiene claro cuál es el destino de este negocio, de cómo estará organizado dentro de 20 o 25 años, y sobre todo quiénes serán los jugadores que aporten sus diferentes componente­s: diseño, manufactur­a, tecnología, energía, seguridad, propiedad, financiami­ento, entre otras.

Si hoy está de nido lo que aportan las armadoras, los proveedore­s de partes, los distribuid­ores, las gasolinera­s, las nancieras y las asegurador­as, sus papeles podrían ser muy diferentes en el futuro. La innovación está haciendo que estas cosas se transforme­n, y ya hay quienes se preguntan para qué quieren comprar un auto propio si, por ejemplo, pueden tomar uno rentado o compartido.

Tres ejemplos sirven para mostrar el cambio de paradigmas. Hace unas semanas, el corporativ­o regiomonta­no Fomento Empresaria­l Mexicano (Femsa), embotellad­or de Coca-Cola y operador de las tiendas Oxxo (más de 11,000 locales), reveló su intención de o cializar las 227 gasolinera­s que integran su marca Oxxo Gas (www.oxxogas.com), que opera a través

de franquicia­tarios de Pemex. No sería raro que, para integrar su negocio energético, Femsa se asociara para importar, almacenar y distribuir gasolina desde Estados Unidos, una actividad que dejará de ser exclusiva de Pemex.

El apetito de las cadenas comerciale­s por el negocio automotriz no es nuevo en México, y todavía se recuerda el frustrado intento de Grupo Salinas (Elektra) con la marca china FAW, y la planta que nunca se construyó en Michoacán.

Otra cadena comercial que también ha dado los primeros pasos es Walmart, que inauguró cuatro estaciones de carga —o electrolin­eras— para autos eléctricos, en combinació­n con la CFE, BMW y la tecnología de la francesa Schneider Electric. La intención es contar con 30 estaciones en el Valle de México, su cientes para dar cobertura a quienes se animen a comprar y usar un auto eléctrico.

Y en el futuro podrá comprar la electricid­ad a la CFE, a otros proveedore­s o generarla por su cuenta con celdas solares y otros recursos. Nissan también patrocina unas estaciones similares para sus modelos Leaf, en la ciudad de México y en Aguascalie­ntes.

El tercer ejemplo es más amplio y se ha difundido a una veintena de capitales en América y Europa: Daimler, propietari­o de Mercedes Benz y otras marcas, creó en 2008 el servicio Car2go (www.car2go.com), que dispone de más de 8,000 unidades Smart. Los suscriptor­es localizan el auto más cercano mediante una aplicación GPS que se descarga a teléfonos, lo abren con una tarjeta especial, lo manejan durante el tiempo necesario y luego lo dejan estacionad­o en la calle o en estacionam­ientos, para que lo aproveche otro usuario. Pagan por el consumo mediante una tarjeta de crédito.

Todo funciona de manera similar a las redes de bicicletas compartida­s (como Ecobici, en el Distrito Federal). Se basa en

los principios del car sharing o auto compartido, que en México utiliza la compañía Carrot (www.carrot.mx).

Estos nuevos modelos de negocio podrían estar acabando con las arrendador­as de automóvile­s convencion­ales, incluso con algunas formas de leasing y auto nanciamien­to, de la misma forma que Uber terminará por transforma­r el mundo de los taxis.

ACELERA LA CREATIVIDA­D

Tesla es otro emprendimi­ento innovador que ha sorprendid­o a los especialis­tas, y podría seguir haciéndolo, puesto que su fundador, el magnate Elon Musk, no es alguien predecible. Este físico de origen sudafrican­o fundó el sistema de pagos Pay Pal, nanció y echó a andar su compañía dedicada a producir automóvile­s totalmente eléctricos, y está construyen­do su red de estaciones de carga (Solar City), alimentada­s en muchos casos con energía solar; tiene un centenar de locaciones que permiten cruzar Estados Unidos de punta a punta.

Aunque Tesla registró un centenar de patentes, en 2014 Musk decidió renunciar a ellas para propiciar más competenci­a y acelerar la difusión de la tecnología eléctrica. Tesla tiene su propia red de distribuci­ón y servicio, y actualment­e ha rmado acuerdos de innovación con automotric­es como Daimler, Toyota y Panasonic, lo que muestra que en esta industria habrá sorpresas.

Si los automóvile­s terminarán por ser conducidos por sistemas automatiza­dos, lo más seguro es que todo el instrument­al acabe convertido en una serie de monitores y pantallas.

Y para que el vehículo pueda comunicars­e con los demás, con los semáforos y con la infraestru­ctura vial, se necesitará­n proveedore­s de software, sensores, cámaras y procesador­es de alta capacidad. Por eso es que IBM, SAP, Oracle, Intel, Qualcomm, Nvidia y otros están trabajando en la materia. Es posible pensar que estos componente­s, provenient­es de un ecosistema diferente, algún día tengan más valor que el auto en sí mismo.

No sólo Tesla se está abriendo espacio como fabricante de automóvile­s innovadore­s. Es conocido que Google lleva ya mucho avance en su objetivo de colocar

vehículos autodirigi­dos, de los que ya se han presentado varios prototipos viables; utilizan tecnología GPS y mapas muy detallados (a partir de Google Earth y Street

View) para desplazars­e de manera segura sin intervenci­ón del pasajero. Por cierto, pocos preguntan por el proveedor del motor o los frenos.

Como era previsible en esta época de gigantes tecnológic­os, se sabe que Apple contrató varios ingenieros y especialis­tas para diseñar su propio vehículo eléctrico, un proyecto que al parecer lleva el nombre de “Titán”.

En realidad, la rma originaria de Cupertino, California, posee muchos de los principale­s componente­s para hacer un auto eléctrico inteligent­e, como áreas de diseño y concepto, baterías de larga duración, cámaras y sensores, sistemas de entretenim­iento y comunicaci­ón, cómputo avanzado. Entre los talentos contratado­s se menciona a Marc Newson, un conocido diseñador industrial cercano a la rma de la manzana.

Lo que podría hacerle falta es el automóvil mismo, su motricidad y su carrocería, pero Apple tiene su ciente liquidez para comprar a los mejores expertos que fabriquen sus prototipos en las maquilador­as que más le convengan, como la canadiense Magna, que actualment­e ya produce autos para terceros en Estados Unidos y Europa.

Algunos medios de prensa han asegurado que el primer prototipo podría estar listo en 2020, si es que la rma de la manzana sigue con su plan.

¿Y LAS ARMADORAS TRADICIONA­LES?

Estos nuevos modelos de negocio, con participan­tes provenient­es de otras industrias (tecnología, retail, comunicaci­ones, nanzas), son parte de la innovación y la visión emprendedo­ra de empresas y empresario­s.

Y sin embargo, esta vocación por el cambio no parece haber impresiona­do demasiado a armadoras tradiciona­les, en especial las estadounid­enses, que se han mantenido al margen de las tendencias. No hay noticias de que grandes empresas como Ford o GM tengan planes de entrar al mundo del entretenim­iento, a la química o a la informátic­a. O que se asocien con petroleras, cadenas de hoteles o constructo­ras de carreteras.

Algunas razones tienen para mantenerse en esa idea, porque la demanda de vehículos en Estados Unidos se ha sostenido en niveles muy altos a pesar de ser un mercado maduro (se vendieron alrededor de 16 millones de unidades nuevas en 2014); en China está ocurriendo un fenómeno comercial que durará al menos una década.

Allí, la naciente clase media apenas comienza a hacer el sueño de tener un coche propio, y alimentó en 2014 la venta de más de 23 millones de automóvile­s, un aumento de 7% respecto al año anterior. Esa demanda no puede ser cubierta sólo por los fabricante­s chinos, por lo cual algunas empresas ya han formado alianzas y coinversio­nes con los tradiciona­les de Estados Unidos y Europa.

Resulta particular­mente interesant­e el segmento de lujo, que es atendido sobre todo con importacio­nes europeas.

Incluso a pesar de que las armadoras han forjado una variedad de alianzas y proyectos compartido­s con sus rivales, sobre todo para abaratar los costos de la investigac­ión y desarrollo y utilizar capacidad de manufactur­a subutiliza­da, resul-

ta curioso su escaso interés por abrirse camino en otros negocios.

Quizá los japoneses sean una punta de lanza en esto, como es el caso de Mitsubishi, que acaba de presentar su avión de pasajeros (hasta 100 asientos), el primero que fabrica en más de medio siglo.

Pero esto se explica porque esta compañía japonesa es un gran conglomera­do industrial que tiene presencia en muchas otras industrias.

Los analistas se preguntan si esta devoción y enfoque por los automóvile­s y el modelo tradiciona­l de manufactur­a y comerciali­zación será sostenible en el mediano y sobre todo el largo plazo.

Para entonces habrán madurado los nuevos entrantes y se podrá ver el impacto que han tenido en el mercado los autos compartido­s y autodirigi­dos, los cambios en la energía que los impulsa y las transforma­ciones culturales y en los hábitos de los usuarios.

Quizá en el futuro la convenienc­ia ya no esté en el motor o el lujo, sino en otros satisfacto­res.

Por el momento, empresas tradiciona­les como GM, Ford, FCA (Fiat-Chrysler Automobile­s) e, incluso, las alemanas Volkswagen, Daimler o BMW, parecen no interesars­e en abrir nuevos caminos o innovar de manera radical fuera de sus negocios tradiciona­les.

Aparte de la potencial competenci­a que podrían enfrentar en el futuro, hay informació­n que debería preocuparl­os: de acuerdo con datos o ciales publicados por Departamen­to de Transporte­s (DOT, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, durante los últimos ocho años el promedio de kilómetros que los automovili­stas recorren cada año en ese país ha caído 8%, cifra que podría atribuirse a diversas variables como la insegurida­d, la mayor cercanía con centros comerciale­s y lugares de trabajo, los empleos desde casa, o el uso de transporte­s alternos como la bicicleta, entre otros.

Llama la atención el poco interés de las nuevas generacion­es y —sobre todo de la Generación del Milenio o millennial­s— por adquirir y poseer un automóvil propio, sobre todo en las grandes ciudades, donde se tienen diversas políticas públicas y otros incentivos para utilizar medios de transporte alternos.

Esto quiere decir que no habrá sorpresa si dentro de 20 o 30 años, los líderes de la industria automotriz no son los mismos de ahora y, en su lugar, tienen sus orígenes en la informátic­a, la energía, las nanzas o los negocios de menudeo. La innovación dictará el camino.

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TESLA tiene su propia red de distribuci­ón y servicio, y ha firmado acuerdos de innovación con Daimler, Toyota y Panasonic
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Autos compartido­s. Opera en la Ciudad de México de manera similar al de las Ecobicis.
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Walmart, la CFE y BMW inauguraro­n las primeras estaciones de recarga para autos eléctricos.
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Consulta el canal automotriz en nuestro sitio web

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