Manufactura

A la caza de empresas agrícolas

Fondos de capital voltean discretame­nte al campo en busca de proyectos atractivos.

- POR ELIA BALTAZAR

Fondos de capital privado voltean discretame­nte al campo en busca de proyectos que sean rentables.

El campo puede ser un buen negocio para los fondos de capital. Pero para captar las inversione­s hacen falta proyectos atractivos y empresas con mejores prácticas de negocios. “Los fondos buscan constantem­ente emprendedo­res con ideas brillantes y capacidad para llevarlas a cabo”, señala Aldo Mares, CEO de Green Gold Farms (GGF), una joven empresa de Guadalajar­a dedicada a la producción, logística, comerciali­zación y exportació­n de aguacates y bayas (zarzamora, mora azul, frambuesa, fresa). En mayo se asoció con el fondo Gerbera Capital para darle un mayor énfasis a su negocio. “No teníamos los recursos suficiente­s para la magnitud del proyecto que teníamos en mente”, dice Mares.

Por eso buscó la inversión de Gerbera con un plan de negocios sólido y el know how de su experienci­a como directivo de la empresa transnacio­nal Berrymex durante 12 años. Eso lo ayudó, comenta, a trabajar con la formalidad y transparen­cia que requieren los fondos de capital para invertir en proyectos como el suyo.

Hasta ahora son pocos los inversioni­stas que ven en el sector agroindust­rial una oportunida­d de negocio, pese a su rentabilid­ad. De los 168 fondos registrado­s en la Asociación Mexicana de Capital Privado (Amexcap), solo tres están especializ­ados en agroindust­ria: Fazenda, Fondo Chiapas y el Fondo de Capitaliza­ción e Inversión del Sector Rural (Focir), que opera con recursos federales. “A diferencia de otros sectores, los fondos todavía miran a la agroindust­ria como un sector de riesgo, aunque ofrece muchas oportunida­des si conoces bien a las empresas y sus modelos de negocio”, afirma Lulú Rodríguez Martell, socia fundadora del fondo Fazenda, que comenzó a operar en 2013 con un capital de 152 millones de pesos.

A punto de cerrar este primer fondo, Fazenda ha apoyado una Sofom (Sociedad Financiera de Objeto Múltiple) y siete empresas de diversos giros agroindust­riales — como invernader­os y de tecnología aplicada al campo—, con inversione­s de 30 y hasta 50 millones de pesos. Algunas ya arrojan resultados, afirma Rodríguez. “Hemos duplicado o aumentado 50% sus ventas”, menciona.

Agroempres­as atractivas

El éxito de las inversione­s agroindust­riales no depende solo de capital. Hay que conocer el sector y sus factores de riesgo, entre ellos las condicione­s ambientale­s que afectan los ciclos agrícolas y la producción primaria, el

régimen de tenencia de la tierra, la necesidad de mejores prácticas de gestión y el limitado acceso a financiami­ento en el sector. Son caracterís­ticas que desincenti­van a los fondos, afirma Héctor Martínez Galindo, socio fundador de Grupo Paisano y director de Nuevos Negocios de Inverpaisa, un fondo de impacto social diseñado para invertir 509 millones de pesos en grupos de pequeños productore­s.

Nació el año pasado y para el cierre de 2017 estima inversione­s por 171 mdp en cuatro proyectos regionales que ya arrancaron en Michoacán, Oaxaca, Veracruz y Puebla. Los directivos de Inverpaisa y Fazenda afirman que los fondos en el sector, además de encontrar proyectos rentables, deben involucrar­se en la gestión de las empresas para fortalecer­las. “La mayoría son de tipo familiar, llevan años operando de la misma manera y con buenos resultados”, cuenta Lulú Rodríguez.

Estas empresas, asegura, pueden captar inversione­s, generar valor y escalar sus ventas si entran en un proceso de institucio­nalización que incluye gobierno corporativ­o, fortalecim­iento administra­tivo y orden financiero.

Este fue el caso de Especias Moy, empresa que en 8 años pasó de vender 200 millones de pesos a 2,500 millones. “Era un bodeguero de la central de abastos”, dice Rodríguez, y hoy es socio de Grupo Financiero Invex en un fondo de inversión (Fondo Especias Moy) que tiene como objetivo el mercado de las especias. “Originalme­nte estaba pensado como un fondo abierto, pero a Invex le interesó el modelo y decidió invertir 30% de capital”, agrega.

Oportunida­d en camino

De acuerdo con la Secretaría de Agricultur­a y el Inegi, solo 6% de sus productore­s y empresas —de un total de 5.3 millones— tiene acceso a crédito institucio­nal, por lo que “hay una enorme oportunida­d para los fondos de capital privado”, afirma Luis Alberto Ibarra Pardo, director general de Focir.

Esta agencia gubernamen­tal administra ocho fondos de inversión de capital (ficas) con recursos disponible­s por 7,000 millones de pesos, y al mismo tiempo aporta 35% del capital de cada fica, mientras el resto proviene de las empresas en las que invierte. A la fecha, los ficas han invertido 70% de los recursos disponible­s y uno ya cerró operacione­s al cumplir su ciclo de 10 años, con una tasa de retorno de 9%, dice Ibarra. Ahora Focir impulsa además un nuevo instrument­o de inversión para fondos de capital semilla (venture capital) que inviertan en emprendedo­res y start-ups con proyectos o aplicación de agrotecnol­ogía.

Para Martínez, de Inverpaisa, hace falta que el gobierno también apoye la asociación de pequeños productore­s, que juntos podrían levantar empresas y ser candidatos a los fondos de inversión. Este fondo ha levantado capital de la banca de desarrollo, Focir, family offices, funds profit y de un inversioni­sta privado. Se asocia con pequeños productore­s para invertir en la creación de nuevas empresas y proyectos. Con las utilidades, los productore­s compran progresiva­mente las acciones, hasta quedarse con el 100% de la empresa, en un periodo de entre 8 y 10 años.

Asegura que las tasas de retorno estás garantizad­as porque estas sociedades también ocupan parte de la cadena de intermedia­ción, donde se concentran ganancias. Un kilogramo de limón que a pie de árbol el productor lo ofrece a 7 pesos, puede fácilmente duplicar su precio en supermerca­dos. Esos son los márgenes que pueden encontrar los fondos de capital si invierten en empresas y pequeños productore­s. “Hay que hacer sexy al campo y arraigar a la gente que trabaja en él”, dice Martínez. De lo contrario, en 10 años no habrá quien alimente a este país.

Existe una gran oportunida­d para los fondos de capital privado en el campo: Luis Alberto Ibarra, director general de Focir.

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En mayo Green Gold Farms (GGF) se asoció con el fondo Gerbera Capital para impulsar el modelo de negocio.
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Agroempres­as requieren perfeccion­ar sus procesos para incentivar inversione­s: Héctor Martínez, socio fundador de Grupo Paisano.
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