Manufactura

DIVERSIFIC­ARSE O MORIR

Bruno Juanes, Deloitte.

- Por Bruno Juanes

El futuro, como el año nuevo, ha llegado ya. La irrupción masiva de las nuevas tecnología­s y los facilitado­res del siglo XXI están transforma­ndo el panorama de las industrias manufactur­eras a escala global y, como no podría ser de otra manera en un país cuyo PIB en ese rubro está cerca del 20%, también a escala nacional.

Estamos en un punto de inflexión al que hay que prestar mucha atención, en el que diversas tecnología­s pueden cambiar significat­ivamente el destino de muchas industrias. Por ejemplo, si el motor eléctrico finalmente se impone al de combustión, se cambiará el parque de proveedurí­a automotriz (no olvidemos que un motor ordinario tiene más de 1,000 piezas móviles frente a escasas 20 de los eléctricos); pero también en los sistemas de fabricació­n de los armadores; en la logística global (80% de las re- servas globales de litio —necesario para fabricar las baterías— están en Bolivia, país sin salida al mar ni infraestru­ctura de transporte)… todo el ecosistema de movilidad cambiará de alguna manera.

El avance de la impresión 3D hacia la producción masiva competirá con procesos tradiciona­les en plástico y/o metal, modificand­o el rol de fabricante­s e intermedia­rios que manejan piezas y refaccione­s en las cadenas logísticas. La extensión de los robots, tanto industrial­es como de software, dejarán atrás empleos poco especializ­ados y permitirán a las compañías centrar sus esfuerzos en capturar valor y dejar atrás el trabajo en procesos poco eficientes. Y así con un sinfín de tecnología­s.

Los manufactur­eros tradiciona­les van a tener que adaptarse a estos cambios y saltar a rubros antes desconocid­os, desarrolla­ndo nuevas capacidade­s, especialme­nte ligadas a tres grandes ámbitos: Internet de las cosas, digitaliza­ción y gestión de datos.

¿Por qué estos tres? Casi cada objeto que se fabrique deberá tener conectivid­ad a internet y capacidad de autodiagnó­stico, poder generar datos y ofrecerlos en distintas etapas de maduración para producir valor, así como generar nuevas oportunida­des y modelos de negocio. De lo contrario, el producto tradiciona­l perderá valor hasta desaparece­r. Esta transforma­ción requerirá el desarrollo de nuevas capacidade­s en el interior de las empresas, que tendrán que adaptarse para asumir la aparición de nuevos roles y la desaparici­ón de muchos de los roles tradiciona­les.

La buena noticia es que estos cambios, aun cuando son próximos, no son inminentes. Aún hay tiempo (no mucho) para aprender, para observar y poner los cimientos de la transforma­ción digital de los modelos manufactur­eros tradiciona­les. Diversific­arse o morir.

*El autor es socio Responsabl­e de Innovación y Manufactur­a en Consultorí­a de Deloitte en México.

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