ELECTRICIDAD ESTÁTICA
Cómo evitar que un chispazo acabe con tu empresa.
El enemigo invisible de tu planta.
L a mañana del 17 julio de 2007 una explosión acabó con las instalaciones de la distribuidora de productos químicos Barton Solvents, en la comunidad Valley Center, en Wichita, Estados Unidos. Una pipa vertía nafta (una mezcla de hidrógeno y carbono no conductivo) en uno de los 40 tanques de almacenamiento; pero algo falló.
El operador siguió los protocolos de seguridad y conectó a tierra el camión que descargaba el solvente desde cuatro tomas con la misma manguera, pero al hacer los cambios entre tomas permitió el ingreso de aire al contenedor, generando vapor e inestabilidad en el interior. La humedad y el vapor generados, junto con el movimiento del flotador metálico que medía la capacidad del contenedor, provocaron un chispazo que hizo explotar todos los depósitos.
El accidente —documentado por la Comisión de Seguridad Química de Estados Unidos— es uno de los más graves que ha provocado la electricidad estática, un fenómeno donde las partículas de energía se almacenan en materiales no conductivos como el caucho o plástico y que pone en riesgo las operaciones de empresas de sectores químico, plástico, pinturas, farmacéutica, envases, entre otros. “Las pérdidas pueden ser de millones de dólares”, añade David Aguilar Cruz, director de Consultoría Integral Cese, sin precisar detalles.
El ingeniero Enrique Gutiérrez, director de Normalización en Se-
guridad y Salud Laborales de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), admite que no hay un censo de accidentes, pero advierte que las consecuencias de no tomar medidas preventivas van desde atender a un trabajador hasta la “pérdida económica por el incendio o explosión”. Para mitigar los riesgos por electricidad estática y descargas eléctricas atmosféricas (rayos), la dependencia modificó la NOM-022-STPS-2015, vigente desde octubre de 2016. Estas son algunas recomendaciones para cumplirla.