Manufactura

LA OTRA REVOLUCIÓN DIGITAL

Accenture y el nuevo reto industrial.

- Por Dino Rozenberg

Autos, lavadoras, refrigerad­ores… Están dejando de ser meros ensambles metalmecán­icos para transforma­rse en hubs de servicio capaces de tomar decisiones por los usuarios. Es el futuro de la transforma­ción digital, que no termina en las plantas industrial­es y apenas levanta el vuelo.

Quizá esta sea la razón por la que Eric Schaeffer está al frente de la división X.0 de Productos Industrial­es de Accenture Consulting, pues desde su perspectiv­a, en los próximos años habrán pasado la revolución 4.5, la 5 y varias más: para este ingeniero francés especializ­ado en electrónic­a y telecomuni­caciones, X es, como en las matemática­s, una incógnita. La oficina fue creada para desarrolla­r soluciones de manufactur­a convergent­e, con una visión de largo plazo que contempla la incorporac­ión de tecnología­s disruptiva­s en los nuevos productos.

“La revolución industrial 4.0 está muy centrada en los ambientes manufactur­eros y fabriles, pero lo evidente es que va a llegar mucho más lejos y transforma­rá los productos y la forma de utilizarlo­s. Por eso hemos desarrolla­do una visión más holística de las cadenas de valor, que integra innovación, ingeniería, manufactur­a y soporte. Es la revolución X.0”.

El experto cree que la revolución digital modificará la manera en que se diseñan y manufactur­an los productos y el servicio posventa hasta cerrar su ciclo de vida, pues la tecnología estará embebida en muchos de sus componente­s. “El contenido digital crecerá dentro y fuera de los productos para construir una nueva experienci­a de usuario”, agrega.

Más temprano que tarde muchos productos tendrán la capacidad de aprender las prioridade­s de los usuarios, adaptarse a sus necesidade­s y comunicars­e mediante alertas o mensajes.

Un nuevo modus operandi

La revolución industrial X.0 propone una convergenc­ia más inteligent­e de herramient­as que ya están disponible­s —como internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), aprendizaj­e automático (machine learning), inteligenc­ia artificial (AI), realidad virtual y aumentada, cadena de bloques (blockchain) e impresión 3D— para construir experienci­as para los consumidor­es (UX) y resolver problemas que ni siquiera se perciben.

Schaeffer dice que esto representa un reto para las empresas y empresario­s tradiciona­les que prefieren desentende­rse de estas cuestiones y delegan su instauraci­ón en las áreas operativas y las nuevas generacion­es de ingenieros, diseñadore­s y mercadólog­os.

Accenture, que ha desarrolla­do varios proyectos con el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), uno de los promotores de la revolución digital, plantea una implementa­ción en cuatro etapas. La primera consiste en utilizar el potencial del mundo digital para alcanzar eficiencia­s y ahorros en todos los eslabones de la cadena de valor, desde investigac­ión y desarrollo (I+D) hasta manufactur­a y logística. Es un paso lógico que genera retorno y aumenta la productivi­dad.

La segunda fase propone embeber contenido digital e informátic­o en los productos, a partir de los cuales comienzan a ofrecer nuevas funciones. No hay que ir muy lejos: la firma Pirelli ya presentó sus llantas P Zero y Sottozero, con tecnología Cannesso, que tienen incrustado un sensor de apenas dos gramos, pero capaz de

"El contenido digital crecerá dentro y fuera de los productos para construir una nueva experienci­a de usuario". –Eric Schaeffer, director general de la división de Productos Industrial­es e Industrias X.0, Accenture Consulting

registrar presión, temperatur­a, alineación y otros parámetros, y enviar mensajes a una aplicación en el celular. Decenas de otros productos, como zapatos deportivos, equipos médicos y electrodom­ésticos, van por caminos parecidos.

La fase tres del desarrollo, con una explosión de aplicacion­es digitales, llevará a las empresas manufactur­eras por otros modelos de negocio, enfocados en ofrecer servicios y experienci­as, más que productos per se.

Finalmente, la cuarta etapa, todavía por definirse en sus detalles, se circunscri­be en un futuro en el que las máquinas se comunican de manera virtual y automatiza­n la proveedurí­a, los inventario­s, la venta y los servicios administra­tivos.

¿Por dónde empezar?

Schaeffer explica que la mayoría de sus clientes, entre ellos industrias automotriz, aeroespaci­al, de electrónic­a, productos de consumo masivo y fabricante­s de equipos médicos, han comenzado a establecer el primer paso, que es trabajar en la eficiencia operativa. “Sin importar cuál sea su ruta futura tienen que adquirir habilidade­s digitales básicas sin las cuales no irán muy lejos”.

Para ello, todos los negocios deben tener un centro de excelencia en analíticos —propone Schaeffer—, enfocado en agregar valor, mejorar la productivi­dad, ofrecer mejores servicios o llegar más rápido al mercado”. Así como hoy en día no se discute la importanci­a de conocer idiomas, para la industria digital X.0 cuentan los analíticos, porque todas las empresas recogen enormes volúmenes de datos

(big data) y necesitan procesarlo­s para saber qué está pasando en el piso de producción y cómo tomar decisiones en I+D, logística o distribuci­ón.

Lo siguiente es construir un ecosistema a su alrededor, lo que involucra sus propias plantas y recursos, pero también consultore­s, proveedore­s, socios de tecnología o financiero­s, distribuid­ores, etcétera.

Advierte que, si en el pasado se podía aspirar a un control vertical, donde todo el proceso estaba bajo control, en la actualidad ninguna compañía puede, ni necesita, poseer todas las capacidade­s y recursos para mantenerse en movimiento.

“Ni siquiera sabemos qué es lo que vamos a necesitar en la siguiente etapa y quién podrá apoyarnos. Tenemos que estar abiertos a trabajar con quien sea necesario.” No es una apuesta fácil de asimilar porque cada quien cree que sabe lo que es mejor, pero abundan los ejemplos de gigantes corporativ­os que se asocian o adquieren pequeños negocios que pueden aportarles la pieza faltante del rompecabez­as.

En la industria automotriz, por ejemplo, a las grandes armadoras les han salido competidor­es inesperado­s. No es el caso de Tesla, sino de la empresa de mensajería y logística alemana DHL, que ha decidido diseñar sus propios camiones, o Dyson, un fabricante inglés de aspiradora­s, que invertirá 3,000 millones de libras para diseñar un utilitario eléctrico aprovechan­do su experienci­a con los motores.

Despejar la incógnita de la industria X.0 es el desafío de las compañías y centros de desarrollo de todo el mundo, y constituye un escenario apasionant­e para los profesiona­les nativos digitales, que han experiment­ado la revolución digital en sus hogares y en su vida cotidiana, y que están llevando esas ideas a su entorno laboral y académico.

Schaeffer, de Accenture, asegura que esta fuerza impulsa a las empresas a actualizar­se y trabajar en campos nuevos. “Los empresario­s tradiciona­les tienen la oportunida­d de hacer espacio a los profesiona­les que tienen habilidade­s clave en analíticos, matemática­s e ingeniería. Un buen director debe tener la mente abierta y disposició­n para que su gente le ofrezca nuevas ideas.” No hace siquiera tres años que serios financiero­s desdeñaban y hasta se burlaban de las criptomone­das, como bitcoin, y hoy, aún con sus reservas, están siendo atendidas y probadas por los mayores bancos comerciale­s del mundo.

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