TRANSFORMACIÓN AL ALCANCE
Bruno Juanes, Deloitte.
Muy tarde, de hecho, y ni los mercados ni los clientes perdonan ni tienen paciencia. Sea cual sea su caso, seguro hay elementos comunes entre los cuales —y sin ánimo de exhaustividad— encontramos: el grado de conocimiento sobre exponenciales, disrupción y sus tecnologías asociadas; la capacidad de la compañía de absorber nuevos proyectos; el convencimiento interno acerca de la necesidad de la transformación y las dudas razonables acerca de si se trata de una moda más o de verdad, 4.0 llegó para quedarse; la disponibilidad del talento necesario en cantidad y calidad; el deseo que otros experimenten primero para aprender de sus aciertos y errores… y, por supuesto, la incertidumbre acerca del tamaño del Capex que se necesitará así como de su impacto real en el Opex. Es decir, las dudas sobre si 4.0 será rentable o el dinero se va a ir por el desagüe.
En este último cuestionamiento centraré este artículo. Objetivamente, nada es caro ni barato per se, todo depende del retorno que tiene. Una tecnología barata que no nos trae retorno se convierte en cara y, al revés, algo con un Capex muy elevado pero que nos ayuda a transformar la operación puede ser la mejor inversión.
Hoy día, la mayoría de las tecnologías asociada a los pasos iniciales de la revolución 4.0 son sorprendentemente baratas y, si no las usamos con profusión en nuestros procesos es porque desconocemos lo baratas que son.
Pongamos ejemplos. La inteligencia artificial ayuda a mejorar la mantenibilidad de los activos de producción, ampliando su disponibilidad, fiabilidad y repetitividad del output, a la vez que reduce el presupuesto de mantenimiento, avisando anticipadamente de condiciones de fallo antes de que sucedan. Esta tecnología es muy barata, se accede a ella como servicio, está ampliamente disponible y se instala y se obtienen beneficios en cuestión de pocas semanas.
Con la robótica industrial pasa lo mismo. Disponemos de un amplio espectro de robots colaborativos de distintos fabricantes por mucho menos de lo que imaginamos, robots capaces de trabajar en la misma línea de producción junto a humanos y con necesidades de programación insignificantes.
Pongan ustedes la tecnología que quieran (realidad aumentada/ virtual, drones…) enfrente de los beneficios derivados de su aplicación y verán como las cuentas, al final, sí salen.