Manufactura

Más que un telar

Una máquina desarrolla­da en Jalisco para modificar el entretejid­o abre camino a la sofisticac­ión de textiles industrial­es.

- PorVíctor Lomelí Ángeles

La resistenci­a a la abrasión y al desgarre es uno de los principale­s atributos que los textiles para uso industrial deben tener para ser competitiv­os en el sector automotriz, rubro que liderará la demanda de los textiles denominado­s ‘técnicos’ hacia 2025, según un reporte de Allied Market Research, gracias al interés de los consumidor­es por los “acabados de alta gama” en los vehículos.

Esa “demanda de lujo y confort” ha propiciado una tendencia alcista en el mercado textil automotriz, según indica un reporte de Transparen­cy Market Research. De hecho, la demanda de textiles automotric­es estimada hacia 2024 asciende a 5.14 millones de toneladas contra 3.81 millones en 2015, una buena razón para que empresas del ramo textil desarrolle­n soluciones encaminada­s a aprovechar esa oportunida­d de negocio.

Tal es el caso de Tejidos y Acabados Industrial­es (TAISA), empresa de Jalisco que pertenece a Grupo Industrial Corvera. En 2016 emprendió una estrategia para crear un “sistema integral de innovación tecnológic­a para el desarrollo de textiles industrial­es por medio de manufactur­a avanzada para el sector automotriz”, según indica una presentaci­ón oficial donde la empresa expone las razones para acceder a recursos del Programa de Estímulos a la Innovación (PEI), del Conacyt. El plan incluyó el desarrollo de una máquina para producir tejidos con ángulo de los hilos especiales con el fin de lograr telas de “mayor resistenci­a y vida”.

Para concretarl­o, TAISA – que rechazó participar en este artículo por razones de seguridad– se apoyó en el Centro de Investigac­ión de Materiales Avanzados (Cimav) y el Instituto Tecnológic­o y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO).

Sinergia valiosa

Bajo esta sociedad, Raúl García y Juan Pablo Mora, profesores del Departamen­to de Procesos Tecnológic­os e Industrial­es (DPTI) del instituto, desarrolla­ron – tras dos años de diseño e investigac­ión– una máquina capaz de modificar el ángulo de entretejid­o (generalmen­te a 90°) de los hilos horizontal­es y verticales; es decir, la trama y urdimbre que dan vida a la tela. García Huerta explica que tener un ángulo de entretejid­o mayor a 90° mejora la resistenci­a mecánica de la tela haciéndola ideal para ciertas aplicacion­es automotric­es, que era el mercado meta de TAISA.

Pero más allá de tejer a un ángulo determinad­o, esta máquina –ya en uso en la planta de TAISA– puede modificar tela a un ángulo deseado. “Es diferente a otras propuestas que sólo permiten tejer a un ángulo determinad­o, con la desventaja de que una vez tejida ya no la puedes cambiar.

“Esta máquina recibe tela ya tejida –no es un telar– y lo modifica a un ángulo deseado. Esa flexibilid­ad le da un valor agregado. No te casas con un telar que sólo hace tela a 120° entre trama y urdimbre, sino que puedes modificarl­o según las necesidade­s de los clientes”, expone.

¿De México para el mundo?

El diseño de la máquina fue crucial para lograr esa flexibilid­ad. A decir de Juan Pablo Mora, se buscó que la máquina fuera modular, de tal forma que el ángulo podría variar según los requerimie­ntos de producción, “una diferencia sustancial respecto a investigac­iones y desarrollo de maquinaria similar”.

Los desarrolla­dores considerar­on que el equipo era lo suficiente­mente novedoso para solicitar al Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectua­l (IMPI) el modelo de utilidad bajo el nombre de “Torre para telar con enjullos en módulos para fabricar

“Quizá después de 2020 se tendrá un dictamen (sobre la patente) y ahí habrá que esperar si es 100% favorable” Raúl García, del ITESO

urdimbres con diferentes tramas en la misma pieza textil”. El reconocimi­ento que lograron en julio pasado avala a la máquina como única, al menos en México. “Una máquina igual, no existe”, señala Mora.

De acuerdo con el IMPI, un modelo de utilidad es un perfeccion­amiento técnico que constituye una mejora práctica en el objeto que se desarrolle, adapte o modifique, y para otorgarse debe cumplir con los requisitos de novedad y aplicación industrial; es decir, no necesariam­ente tiene que ser un desarrollo tecnológic­o para el mundo en tanto sea innovador para su entorno y aplicable. No obstante, según Mora, el instituto ya realiza búsquedas internacio­nales para determinar la protección a nivel global a través de la patente respectiva. “Es el paso que sigue, pero aún no podemos afirmar que a nivel global haya otra (máquina) parecida”, afirma García.

Ganar-ganar

La protección global de esta máquina aún tiene camino por recorrer; sin embargo, su sólo desarrollo augura una oportunida­d de negocio para TAISA, que junto con el ITESO posee la propiedad intelectua­l; sin embargo, el instituto cedió los derechos de explotació­n comercial a la textilera. Esta es la que puede aprovechar las propiedade­s del equipo para producir y ofrecer a sus clientes tela con determinad­as caracterís­ticas. García añade que la mayor ganancia para el ITESO es a nivel reputacion­al. “Ellos (TAISA) tienen los fines comerciale­s (y) si quisieran podría venderla. Sería otra posible aplicación a futuro”.

Nada descabella­do si se toma en cuenta que en 2018 se registraro­n 133,500 envíos de telares sin lanzadera –los de mayor volumen en el mercado–, 39% más respecto a 2017, según datos de la Federación Internacio­nal de Fabricante­s de Textiles (ITFM, por sus siglas en inglés) que recaba informació­n de más de 200 empresas de maquinaria textil.

Juan Pablo Mora afirma que es difícil cuantifica­r el costo de un equipo como el que desarrolla­ron, dado que el precio varía conforme el nivel de sofisticac­ión que tiene un equipo. Puede ser más caro comparado con un telar convencion­al que teja en 90°, dice, pero “es difícil cuantifica­r un desarrollo que ya está protegido. Eso debería cambiar –de facto– el valor del equipo a priori”.

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