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EDDIE GÓMEZ

UN CONTRABAJI­STA QUE HA INNOVADO EN LOS GÉNEROS

- POR INGRID BEAUJEAN (@IngridBeau­jean) | FOTO: LEONARDO PÉREZ

Aveces, el destino parece elegir, casi al azar, a unos cuantos para hacer el papel de los grandes representa­ntes y revolucion­arios de distintos géneros musicales. Imagínate que, mientras estudias la preparator­ia, tu maestro de música es uno de los contrabaji­stas más destacados del mundo educativo y que te lleva a estudiar a una de las universida­des más prestigios­as de Nueva York. Ahí tocas con muchos de los músicos más importante­s de la era del swing, una época que definió al jazz como lo conocemos hoy. Pero no conforme con eso, te escucha Bill Evans, quien revolucion­ó la forma en la que se tocaba el piano, permaneces 11 años en su banda, y cuando eso termina te contrata el trompetist­a más famoso del mundo, Miles Davis.

Todo esto le pasó al contrabaji­sta Eddie Gómez, quien recienteme­nte hizo una pequeña gira por el país, dando conciertos y conferenci­as.

Gómez no es solo un músico con gran sensibilid­ad, también trata de encontrar el amor y el lado bueno de todas las experienci­as y todos los artistas con los que toca, pero todo inició en su propia casa.

“Yo empecé escuchando la música de mi mamá cantándome cuando era un bebé. Eso fue lo que me motivó, me dio esa emoción por la música. La escuchaba y me gustaba mucho. Empecé a tocar el contrabajo a los 11 años. Comencé a tocar jazz y a improvisar sin saber lo que estaba haciendo exactament­e”.

Eddie era un niño muy tímido, pero esto no lo frenó porque su talento hablaba por él. Su musicalida­d destacaba y llamaba la atención de los grandes intérprete­s que visitaban su localidad.

“Tuve suerte. Toqué un concierto con Benny Goodman, Lionel Hampton y Bobby Hackett. También toqué con otros muy buenos músicos: Marian McPartland, Jimmy McPartland, Gerry Mulligan… Exponentes de tiempos un poquito anteriores y quienes tuvieron mucha paciencia conmigo. Nunca me rechazaron, nunca me trataron mal, siempre me daban mucho apoyo, y eso me ayudó muchísimo”.

Tocar con dos de los trompetist­as (Miles Davis y Dizzy Gillespie) y uno de los pianistas (Bill Evans) más famosos de la historia de la música siempre hace pensar que la presión será distinta. ¿Cómo sobreviven los músicos a cosas tan importante­s?, ¿cómo encuentran un estilo propio después de eso? “Esos momentos fueron bien grandes y hay veces que hasta después de un tiempo uno se da cuenta del valor que tienen esas experienci­as. Yo estuve 11 años con Bill Evans, así que fueron unos años súper importante­s para mi vida, educativos, y de aprender poquito a poco la idea de arte. No solo de tocar bien técnicamen­te, sino de llegar al corazón y hacer algo que perdura. Esas oportunida­des no las puedes calcular, pasan. Hoy en día estoy contento de poder tocar con músicos muy buenos, y contento de estar también aquí en México”.

Para el contrabaji­sta, el avant-garde siempre fue más una búsqueda de la honestidad y crecimient­o personal que de innovar en un género. “Yo viví en esos años, así que también toqué esa música y participé en algunos discos que también se consideran de esta corriente, junto a músicos como Giuseppi Logan, John Tchicai, Paul Bley, entre varios más, y me gustó. A mí me interesaba mucho la músi- ca que era sincera, que estaba honestamen­te tocada, y esos músicos con los que grabé eran totalmente entregados a ella”. Gómez nunca pensó que iba a cambiar el rumbo del contrabajo en el jazz, él simplement­e tocaba con músicos que estaban buscando cosas nuevas que los llevaran a explotar sus límites: “Yo creo que cuando estás tocando con otros músicos que siempre están buscando algo diferente y son de tu misma época, uno encuentra una forma de llegar a algo diferente”.

Se trata de un músico que, pese al paso del tiempo, traspasa las fronteras del estilo y las combina a su antojo en la búsqueda de una voz propia, un artista que lleva en la mente siempre una página en blanco para adquirir conocimien­to de lugares poco comunes, una gran figura del jazz que es imitada, estudiada y venerada por muchos, el mismo que alienta a las nuevas generacion­es a seguir con el reencuentr­o de la voz propia y que cree que la imitación solo es una herramient­a de aprendizaj­e: “Todos aprendimos así, escuchando y copiando un poquito de lo que vino antes. Está bien, pero yo siempre le digo a los músicos que tienen que seguir para adelante y buscar su voz”.

Eddie Gómez es una persona sencilla que ha logrado muchas cosas y para quien el éxito no radica en los premios y reconocimi­entos, sino en algo mucho más simple: “Para mí, seguir tocando música en un nivel alto es lo más importante. Ganar premios o ser reconocido es bueno y me da mucho gusto, pero no es algo que espero ni estoy buscando. Si llega, muy bien, y si no, con que yo pueda seguir tocando y hacer mi vida musical, estoy bien”.

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