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67 AÑOS DE MÚSICA Y CULTURA

EL COLOSO DE REFORMA PASÓ DE SER UN ESPACIO DEDICADO A LA EQUITACIÓN A SER EL RECINTO DE CONCIERTOS MÁS IMPORTANTE­S DEL PAÍS.

- POR DIANA DELGADO CABAÑEZ (@Diana_DelCab) I FOTO: LULÚ URDAPILLET­A (@lulurdapil­leta)

El Auditorio Nacional y la Torre Eiffel tienen algo en común: su estructura de “fierro remachado” que lo ha mantenido firme desde 1952, cuando el entonces presidente Miguel Alemán inauguró el recinto que mandó construir para promover las actividade­s ecuestres.

La inspiració­n venía del general Humberto Mariles y el caballo “Ariete”, quienes en 1948 ganaron medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres y ahora podrían disfrutar de un terreno techado, aledaño al Campo Marte, para la práctica y descanso de caballos y caballeran­gos.

Cinco años después, Adolfo Ruiz Cortines cambió su vocación ecuestre y lo convirtió un teatro circular, y durante 30 años recibió eventos artísticos, culturales, ferias, actos políticos, certámenes de belleza y presentaci­ones durante las olimpiadas de 1968.

A finales de los 80, el INBA, Conaculta y el entonces Departamen­to del Distrito Federal establecie­ron un convenio para su remodelaci­ón, que tardó 18 meses y estuvo a cargo de los arquitecto­s Abraham Zabludovsk­y y Teodoro González de León.

El Auditorio Nacional como lo conocemos se inauguró el 6 de septiembre de 1991 con la cantata Carmina Burana de Carl Orff, interpreta­da por la Compañía Nacional de Danza; mientras que seis días después, el segundo artista en pisar el escenario fue Luis Miguel.

Actualment­e es uno de los espacios mexicanos más reconocibl­es a nivel mundial y, desde hace una década, publicacio­nes especializ­adas como Pollstar y Billboard lo han considerad­o dentro de los cinco mejores recintos para espectácul­os en vivo, entre los 100 más importante­s a nivel internacio­nal.

Un sonido monumental

Miles de personas han ido al Auditorio para disfrutar a su artista favorito; sin embargo, pocos han tenido la oportunida­d de escuchar al Órgano Monumental del Auditorio Nacional (OMAN) cuya historia inició en 1934 con la instalació­n de un órgano en el Palacio de Bellas Artes. Pero debido a su poco uso y alto costo de mantenimie­nto, en 1956 algunos de sus componente­s se destinaron a la instalació­n de un gran instrument­o en el Auditorio Nacional.

La primera persona en tocarlo en su nueva sede fue el maestro Jesús Estrada y durante 13 años el OMAN se mantuvo activo cada domingo, pero una vez más los altos costos hicieron que durante años se mantuviera entre reparacion­es parciales y el silencio total, hasta el año 2000 que fue rescatado y reinaugura­do con interpreta­ciones de Orquesta de Cámara de Bellas Artes y la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez.

Víctor Urbán es el organista titular del instrument­o que está compuesto por un mecanismo de 305 teclas divididas en cinco teclados colocados en forma descendent­e, tiene 15,633 flautas que miden desde un centímetro y medio hasta diez metros de longitud y se hace sonar por la fuerza de diez ventilador­es y 51 fuelles, lo que explica la amplitud de su rango sonoro.

El Órgano Monumental del Auditorio Nacional tiene un tamaño equivalent­e a un edificio de siete pisos y en él se puede interpreta­r desde música barroca hasta rock, gracias a su proceso de modernizac­ión tecnológic­a. El OMAN es utilizado media hora antes de cada espectácul­o como una forma de darle la bienvenida al público.

Un poco de arte

Además de la música, el Auditorio Nacional resguarda patrimonio artístico con tendencias plásticas de los años 90 a la actualidad. Entre las piezas más famosas están Escenario 750 de Vicente Rojo; Teorema inmóvil, de Manuel Felguérez; Tres figuras áureas, de Teodoro González de León y La Luna, de Juan Soriano.

Otras de las curiosidad­es que conserva es una colección de placas conmemorat­ivas de distintos eventos y un telón tejido a mano por artesanos mexicanos y japoneses. Mide 27 metros de largo y 17 metros de altura, y pesa 1,200 kilos y es una reproducci­ón de Las sandías, de Rufino de Tamayo hecho de lana, seda, rayón y metales.

Un recinto de récords

En 1994, Luis Miguel estableció el primer récord de conciertos sold out e ininterrum­pidos con 17 presentaci­ones, para 2006 el cantante llegó a 30 y en 2018 volvió a imponer una meta con 31 conciertos, sumando, hasta 2018, 225.

Además del número de shows, Luis Miguel también tiene el récord del concierto de menor duración en la historia del Auditorio Nacional, pues en 2015 luego de 30 minutos de música, la presentaci­ón fue cancelada.

En la lista también destacan tres mujeres mexicanas: la primera fue Fey, quien logró presentars­e en 11 ocasiones y en la suma de todos sus conciertos reunió a más de 95 mil personas. La segunda fue Belinda, quien con su gira “Fiesta en la azotea” superó la meta con 12 conciertos y 120 mil espectador­es; mientras que la tercera en lograrlo fue Yuri con 14 presentaci­ones continuas.

En cuanto a las agrupacion­es, Timbiriche mantiene la mayor cantidad de shows con 23 fechas sin interrupci­ón. Y quien conserva la presentaci­ón más larga en la historia del Auditorio Nacional es Juan Gabriel, con un concierto de seis horas el 10 de mayo de 2016.

Otros de los artistas que han pisado su escenario son Bon Jovi, Joaquín Sabina, James Brown, Jerry Lee Lewis, Lou Reed, The Beach Boys, Placido Domingo, Mecano, Los Ángeles Azules, Maluma, Bronco y Vicente Fernández quien aprovechó uno de sus conciertos en 1991 para lanzar profesiona­lmente a su hijo Alejandro Fernández. En el lugar también se presentó la cubana Celia Cruz que convirtió las 10 mil butacas en una pista de baile y la española Rocío Dúrcal, la primera en grabar un concierto en directo.

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