El escenario de la nueva presidencia
El lunes pasado se dio a conocer el relevo de la presidencia del INEE al concluir el periodo de Sylvia Schmelkes del Valle. Resultó electo por el órgano colegiado el consejero Eduardo Backhoff Escudero, quien ocupará el cargo a partir del próximo 30 de abril.
Ocurre una condición singular en este relevo directivo: el periodo para el que fue designado Backhoff como miembro de la Junta de Gobierno del INEE vence el año próximo, precisamente el 30 de abril de 2018. Por ello, en sentido estricto, la designación de Backhoff tiene como fecha de vencimiento el periodo anual. Pero la ley previene que los integrantes de Junta de Gobierno pueden ser reelectos para un segundo periodo, en cuyo caso se sigue el mismo procedimiento que para la renovación de los integrantes del colegiado, es decir la pauta indicada en la fracción IX del artículo tercero constitucional reformado en 2013.
¿ Cómo procede la renovación de la Junta de Gobierno? De acuerdo a la preceptiva constitucional se debe cumplir el siguiente procedimiento: Para cada vacante de la Junta, el Ejecutivo Federal designa una terna y la pone a consideración del Senado. El órgano legislativo, previa comparecencia y valoración de méritos las propuestas del Ejecutivo, designa al candidato que a su juicio es idóneo para ocupar la posición. Para validar la elección debe cumplirse el supuesto de una votación de dos terceras partes ya sea del quórum del pleno, o bien de la misma proporción en la Comisión Permanente, en el evento en que la deliberación ocurra durante alguno de los periodos de receso del Senado.
Como los recesos de la cámara alta van del 16 de diciembre al 31 de enero, y del 1ro. de mayo al 31 de agosto de cada año, es de esperarse que las primeras sustituciones de la Junta de Gobierno deban ser aprobadas en el pleno y no en la permanente. Solo en casos de renuncia o falta absoluta que sucedieran en los periodos de receso podría cumplirse la segunda hipótesis. Hay dos supuestos adicionales: si el Senado no concluye el proceso de decisión en un plazo de treinta días, o si rechaza la totalidad de la terna, entonces el Ejecutivo tiene la prerrogativa de seleccionar cuál de los integrantes ocupará la vacante.
Nótese que, para todos los efectos prácticos, aunque la integración de las ternas son atribución formal del titular del Ejecutivo, la autoridad educativa federal indudablemente participa la toma de decisiones. Así pasó en 2013 y de manera similar habrá de ocurrir en los próximos procesos. Para ejercer una presidencia de tres años, además de ser reelecto como miembro de la Junta de Gobierno mediante el procedimiento descrito, Backhoff tendría que ser ratifi cado presidente de la Junta por el órgano colegiado.
Por lo dicho, tiene la nueva presidencia un doble horizonte temporal. El de un año, en que las acciones, medidas y reformas que Backhoff proponga y consiga consensuar en la Junta de Gobierno — no sobra recordar que el INEE se rige bajo el principio de una dirección colegiada—, faciliten su permanencia en la Junta y en la presidencia. Y el de tres años, en que cabría aspirar, de manera realista, al diseño e implementación de soluciones que enfrenten los problemas con los que ha topado la conducción del Instituto.
Entre 2018 y 2020 el resto de los integrantes de la Junta de Gobierno ( Margarita Zorrilla en 2018, Teresa Bracho y Gilberto Guevara en 2019, y Sylvia Schmelkes en 2020) deben someterse al procedimiento de reelección o desafi liación del órgano colegiado. Este periodo atraviesa por una aduana de gran incertidumbre: las elecciones federales de 2018, las defi niciones de política educativa del gobierno entrante, y la correlación de fuerzas partidarias en el Senado. Anticipar cualquier cosa en tal coyuntura sería especular sin fundamento. No obstante, el INEE está obligado a calcular sus próximas acciones ( planes, proyectos y programas) y posicionamientos en la diversidad de opciones políticas del futuro inmediato.
El INEE compete jugar un papel relevante en la defi nición y redefi - nición de las políticas educativas, en especial las que involucran procesos de evaluación de actores y procesos, así como de diagnóstico de la realidad educativa del país. Para cumplir con su encomienda, y para evitar la colonización de su estructura directiva por la SEP o el SNTE, el Instituto debe reforzar, en la medida de sus posibilidades y recursos, sus áreas de competencia técnica, sus procesos de gestión interna, y sus facultades de coordinación del Sistema Nacional de Evaluación.
En la coyuntura resulta entonces relativo el dilema de continuidad o cambio. El Instituto está formalmente obligado al desempeño de funciones asignadas por las normas educativas que le dieron lugar, pero también debe arriesgar posiciones públicas para renovar legitimidad. Sobre todo con los maestros, sobre todo.