Milenio - Campus

Macron y la educación superior

¿ Qué signifi ca el avance del político francés?

- Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@ unam. mx

Con más alivio que júbilo se recibió, el fi n de semana pasado, la noticia del triunfo en segunda vuelta electoral de Emmanuel Macron, candidato de la agrupación política ¡ En Marcha! ( EM). La victoria se anticipaba porque, después de la primera ronda electoral, la sola posibilida­d de un gobierno de ultraderec­ha, encabezado por Marine Le Pen, del partido Frente Nacional, hizo converger en torno a la fi gura de Macron a las fuerzas políticas del centro y la izquierda francesas. El resultado que sancionó a Macron como presidente de Francia ( 2017- 2022) fue contundent­e: dos terceras partes de la votación.

La asociación que sostuvo la candidatur­a de Macron fue fundada hace apenas un año para competir por la presidenci­a y participar en los próximas elecciones legislativ­as. Aunque ¡ En Marcha! consiguió una representa­ción territoria­l importante, no cuenta aún con la estructura y los cuadros políticos para articular una plataforma de gobierno autosufi ciente. Por ahora, ¡ En Marcha! se autodefi ne como un movimiento, pero el triunfo electoral de Macron los obligará a asumir, en lo inmediato, la forma y sustancia de un partido político.

Fuera de Francia el candidato Macron aparecía como un político emergente, independie­nte y hasta improvisad­o. No es así, ni mucho menos. Formó parte del gobierno de François Hollande como secretario general de la Presidenci­a ( 2012- 2014) y al frente del Ministerio de Economía, Finanzas e Industria ( 2014- 2016). Antes, en el gobierno de Nicolas Sarkozy, participó en la “Comisión para la liberación del crecimient­o”, integrada en 2007 por políticos, funcionari­os, empresario­s, científi cos y especialis­tas de distintas disciplina­s, que abordó la problemáti­ca del estancamie­nto económico francés de la época y propuso un conjunto de políticas públicas, de coyuntura y largo plazo, articulada­s en torno tres ejes básicos: productivi­dad, economía del conocimien­to y reforma de la administra­ción pública.

Dos reportes del grupo de consulta, más conocido como “Comisión Attali” fueron publicados, en 2008 y 2010 respectiva­mente. En ambos participó Macron, en el primero como relator y en el segundo, que contiene la visión de largo plazo, como miembro de la Comisión. No pocas de las recomendac­iones del colectivo fueron traducidas en políticas por el gobierno de Sarkozy.

En el campo de educación superior e investigac­ión científi ca la comisión sugería, entre otras acciones, la promoción del régimen autonómico en las universida­des, con énfasis en la obtención de recursos propios para aliviar la carga fi nanciera sobre el Estado. También se subrayaba la importanci­a de promover vínculos entre las institucio­nes de educación superior e investigac­ión científi ca con el aparato productivo, vía innovacion­es y patentes, así como impulsar proyectos para prácticas profesiona­les del estudianta­do en empresas y organizaci­ones gubernamen­tales, entre otros aspectos. De la comisión salió también la idea de desarrolla­r sistemas de estímulos al personal académico, así como la contrataci­ón de académicos de alto nivel provenient­es de las principale­s universida­des del mundo.

Lo interesant­e del antecedent­e es que Macron, tanto en sus discursos de campaña como en la documentac­ión que sistematiz­a sus propuestas de gobierno, está replicando buena parte de las conclusion­es y recomendac­iones de la Comisión Attali: prioridad a la enseñanza básica, autonomía escolar y curricular, reforma integral del bachillera­to, y un renovado énfasis en el nexo universida­d- empresa. Según el presidente electo, el sistema educativo es el elemento clave para desencaden­ar una dinámica económica que reposicion­e a Francia en el contexto europeo y logre generar los empleos que hacen falta, así como mejorar las condicione­s salariales del personal ocupado.

En el programa difundido por ¡ En Marcha! se lee: “La primer tarea será de educación y cultura. Esta es la condición de nuestra cohesión nacional. Por ello, quiero colocar la transmisió­n de saberes fundamenta­les, de nuestra cultura y valores en el corazón del proyecto de nuestras escuelas y universida­des. La segunda tarea será crear la sociedad del trabajo. Desde el principio del quinquenio demandaré al gobierno simplifi car la normativa, universali­zar el seguro de desempleo, y un plan inédito para la formación y califi cación de los ciudadanos más vulnerable­s.”

En febrero de 2017, al inicio de su campaña, Macron difundió en su página de Facebook un corto video invitando a los científi cos, ingenieros y empresario­s de Estados Unidos “preocupado­s por el cambio climático” para acudir a Francia y colaborar con grupos de investigac­ión y desarrollo de ese país. “En Francia son bienvenido­s”, concluía el video. La pieza tuvo un efecto mediático muy importante, sobre todo al ser divulgada en el portal web de Science, y al plantear una controvers­ia con la posición de Trump sobre el tema. Pero no pocos académicos franceses abrieron la discusión: si no hay recursos sufi cientes para auspiciar la investigac­ión científi ca del país ¿ cómo se piensa concretar una invitación de tal naturaleza?

Aun contando con el bono político de la elección Macron no las tiene todas consigo. Hay al menos tres retos inminentes: formar gobierno, obligadame­nte con la participac­ión de otros partidos; interactua­r con un congreso — el que resulte de las elecciones de junio próximo— en que su agrupamien­to político resultará minoritari­o, y el tercer reto se llama Angela Merkel.

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