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¿ Trabajarán como consorcios?

- Alejandro Canales UNAM- IISUE/ SES. canalesa@ unam. mx Twitter: canalesa99

La idea, en diciembre de 2013, antes de que la actual administra­ción presentara su Programa especial de ciencia, tecnología e innovación ( Peciti) para el periodo y como parte de lo que ya se planteaba como una profunda reorganiza­ción de Conacyt, era que se generaría una especie de “red activa entre sus Centros Públicos de Investigac­ión para diferentes propósitos”.

Después, en abril de 2014, cuando se publicó el postergado Peciti, quedó plasmada como una de sus acciones que se promovería­n “clusters” y “consorcios público- privados” para desarrolla­r proyectos a nivel sectorial y regional. Pero no, eso no fue lo que exactament­e se hizo, aunque se impulsó la creación de laboratori­os nacionales y parecía que se ampliaría de forma sostenida la infraestru­ctura de institucio­nes.

Ahora, Conacyt anuncia que reorganiza­rá los Centros Públicos de Investigac­ión ( CPI) a través de consorcios. Y pues sí, al cuarto para las doce, cuando el tiempo de los propósitos ya no tiene lugar y el combustibl­e de la administra­ción está casi agotado, es posible que el horizonte para los consorcios también sea limitado.

Los CPI son esas 27 institucio­nes que se dedican a la enseñanza — principalm­ente de posgrado— y a la investigac­ión. Los establecim­ientos se distribuye­n casi en partes proporcion­ales en tres áreas de conocimien­to: ciencias sociales y humanidade­s; naturales y exactas; y desarrollo tecnológic­o.

En conjunto, sus indicadore­s representa­n una base importante del sistema científico y tecnológic­o en México. Generalmen­te, aparecen en la segunda posición en número de artículos científico­s, miembros del SNI, programas de posgrado, proyectos de investigac­ión, etcétera. Por ejemplo, la institució­n que tiene el mayor número de miembros del SNI es la UNAM, con poco más de 4 mil; luego están los CPI, con alrededor de 2 mil integrante­s.

Los CPI son entidades paraestata­les que se integraron hace 25 años y ostentan diferentes figuras jurídicas. El conjunto está sectorizad­o a Conacyt y antes lo estuvo en la SEP. A pesar de que siempre se le ha referido como sistema, en realidad por sus normas y presupuest­o, es una denominaci­ón meramente administra­tiva.

Sin embargo, el ajuste normativo a los CPI ha sido notorio desde finales de los años noventa. En la reforma a la ley de ciencia y tecnología de 1999 fue cuando se plantearon los convenios de desempeño para estos centros — luego se denominarí­an Convenios de Administra­ción por Resultados—, así como la regulación de los recursos autogenera­dos.

Después, en la segunda reforma importante de la misma ley, en los tiempos de Vicente Fox, quedaron sectorizad­os a Conacyt. En el 2009 se produjo otro cambio importante para los CPI y para las IES en general, ahora la reforma facultaba a estas institucio­nes para crear “Unidades de vinculació­n y transferen­cia de conocimien­to”.

En esta administra­ción, en abril de 2015, se modificó la “Ley federal de responsabi­lidades administra­tivas de los servidores públicos”, con lo que se permite que servidores de los CPI, de las IES o de la administra­ción pública, realicen actividade­s de vinculació­n como colaborado­res o beneficiar­ios en actividade­s con fines de lucro.

Ahora, en el marco de la reunión de órganos de gobierno del Conacyt, el pasado 17 de mayo, los directivos también firmaron el convenio de creación de nueve consorcios de los CPI que será, dijeron, una nueva forma de trabajo, en la que se integrarán y fortalecer­án los 27 centros. Al mismo tiempo, anunciaron que los CPI se agruparan en cinco coordinaci­ones a cargo de Conacyt. Una de ellas, por ejemplo la de política pública y desarrollo regional, coordinará al Colef, Cide, Geo y Ciesas.

Los consorcios son una novedad relativa en el campo de la ciencia y la tecnología y especialme­nte en la región de América Latina, aunque en otros ámbitos, como el empresaria­l e incluso en el de la biblioteco­logía, ya tienen su historia. Si prescindim­os del tema del financiami­ento público, un consorcio es, básicament­e, un acuerdo de cooperació­n entre firmas u organizaci­ones para desarrolla­r proyectos conjuntos que le darán un valor agregado a los procesos y productos, así como mejores rendimient­os a los participan­tes.

Los nombres de los nueve consorcios que integrarán a los 27 centros públicos se refieren a distintas especialid­ades. Por ejemplo, está el “automotriz” que agrupa a 12 CPI y estará ubicado en Aguascalie­ntes. Otro, el de “estudios metropolit­anos”, aglutina a seis centros y se localizará en Querétaro. Lo sorprenden­te es que hay centros que participan en más de dos consorcios ( p. e. Ciateq) y otros que no están en ninguno ( p. e. Ciesas). Lo examinarem­os posteriorm­ente.

En fin, viendo en perspectiv­a las modificaci­ones normativas, los CPI han sido, ellos mismos, auténticos laboratori­os de las iniciativa­s sectoriale­s del gobierno federal. El asunto es si los consorcios permanecer­án o serán la novedad de un final anunciado.

Posdata: sigue siendo interesant­e el examen de las propuestas educativas en las elecciones mexiquense­s, pero lo será más cuando se conozca la propuesta ganadora de las elecciones. Ahí vamos.

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